domingo, mayo 14, 2006

Niño bueno

No sé que hago exactamente delante del ordenador, no sé que hago escribiendo esto, bueno si lo sé, es a petición de psicólogo, ese al que mis padres me han pedido que vaya, ese al que me llevan para saber que ha pasado con el “niño bueno”. El psicólogo opina que he de expresarme de algún modo, dejar salir lo que siento, que fluya todo, para que no me pudra por dentro. Es un hipócrita como los demás, ellos sólo quieren que vuelva el de antes, pero no es posible, porque esta muerto, como muerto estoy yo por dentro, ellos me han matado.

Pronto será mi cumpleaños, pero no el del día que nací, si no el del que morí, un año ya cargando con esto, pagando la culpa de algo que no pedí, pago mi castigo y no me quejo.

Quieren que lo cuente, que hable de ello, pero si lo hago, me despreciaran, más de lo que ya lo hacen, más de lo que yo lo hago, por eso soy egoísta, y callo vilmente mi delito, dejo que los que me rodean me castiguen por ello, valgo tampoco como ellos. Ninguno se ha molestado en preguntarme alguna vez el motivo de todo esto, dicen que quiero llamar la atención, que reclamo que todos me miren, cuando lo que quiero es que me olviden, que no me miren con esos ojos acusadores, que no me miren más como si pudiesen leer en mi, y entonces pienso en decirlo, pero su desprecio será mayor y encima me compadecerán, no quiero que me digan más “Lo siento”, como si eso fuese a cambiar algo, como si ellos hubiesen echo algo, no , no lo quiero.

No quiero sentarme en una mesa mirar a mis padres y decirles, mi tío me violo, pero no es su culpa, es mía que me deje, es mía que no grite, es mía que estaba asustado, es mía que no supe que hacer, es mía por estar ahí, es mía por confiar en él, es mía por no decirle que no, es mía por faltar a clase e ir a verle, es mía por tantas cosas que nunca diré, y es mía la culpa y la carga, no la quiero compartir. Lo intente, intente decirlo y fui traicionado de nuevo, no quiero intentarlo más, no pienso confiar en nadie más, porque para que me digan “Lo siento”, mejor me callo, para que me miren como diciendo pobrecito, no diré nada, para que digan que mientras sólo fuese una vez no importa, me callare.

¿Por qué él? Porque parecía entenderme, porque me tendió su mano y me dijo que éramos amigos, que mis padres no tendrían que saber que me escondía ahí, que era entre él y yo, que no me preocupase por ello, incluso me ayudaba a estudiar para pasar de curso.

¿Por qué fui a su casa? Porque no quería ir a clase, no quería encerrarme en una habitación con 34 personas que se burlaban de mi, que se reían de mi, que me insultaban y usaban como blanco de todas sus bromas, sin que nadie me ayudase cuando me queje, excepto él y ahora que no pido ayuda, que no me quejo y les dejo hacer, porque se que merezco todo eso por lo que hice, cumplo con mi castigo. Aunque no siempre puedo aguantar las clases, si apenas lo hacía antes de aquello, ahora es más duro, vagabundeo por la calle, me escondo de la gente o intento ser uno más entre ellos, que nadie lo note, que nadie me mire, sé que en cuanto nuestras miradas se crucen pensara, ese es el chico que se dejo violar, por eso, si puedo me quedo en casa, oculto en un rincón en la oscuridad, donde nadie me vea, donde nadie llegue hasta mi.

Mi madre me regaña, dice que me paso el día en el ordenador, que es por eso que no duermo, que es por eso que falto a clase, se equivoca, aún sin ordenador, no dormiría, si cierro los ojos lo veré a él, le escuchare jadeando sobre mi cuerpo, y será de nuevo como revivirlo todo, su cuerpo sudoroso sobre mi, sus manos tocándome, y entonces corro al baño y vomito del asco que me da, corro al baño y me ducho, frotando insistentemente mi piel como si con eso pudiese limpiar mi delito, pero nada cambia, simplemente termino viéndome desnudo ante el espejo del baño, y es peor que antes, siento asco de mi mismo, siento asco de este cuerpo que tengo, mis compañeros de clase tenían razón, soy un monstruo, soy horrible, mi cara, mi cuerpo, todo en mi lo es, escucho sus voces en mi cabeza burlándose de mi, diciendo que es imposible que alguien hiciese aquello conmigo, porque mi cuerpo, es asqueroso, que estoy mintiendo y les grito que callen, que paren que es cierto, que no miento, no miento, ojalá fuese todo mentira, pero es verdad, es verdad, él me hizo esto, él me violo, él me quito la vida, él se ha llevado al “niño bueno”, al niño que pasaba de curso, que no daba problemas y nunca se quejaba, él se lo ha llevado y con ello mi vida, yo le deje, le deje y ahora pago por ello.

Cuando la noche llega, cuando no me puedo esconder ni en las sombras, y el miedo se apodera de mí, y veo las manos que se acercan, como si me tendiese su apoyo, pero sé la verdad, sólo quieren traicionarme, utilizarme y usarme. Corro alejándome de ellas, las aparto de mi camino con brusquedad, y sigo corriendo, cada vez más, hasta que mi cuerpo ya no lo aguanta y caigo agotado, me hago una bola, me acurruco abrazado a mis rodillas llorando desesperado, reclamando la soledad, pidiendo que no me toquen, que no me hagan más daño, y entonces despierto de tan horrible sueño, ni en el mundo de Morfeo puedo descansar, dormir sin soñar, sin que todo traiga el dolor de aquello.

Escucho la puerta abrirse y mi madre se despide de mi hablando lo suficientemente alto como para que la oiga a pesar de mi música alta, de que mi puerta esta cerrada y de que quisiera pensar que esta habitación me aísla de todo cuanto pasa, pero no es así. Me dice que cene, que hay embutido en la nevera, esta preocupada, dice que debería comer más, como decirle que si no como es porque prefiero quedarme en la oscuridad de mi cuarto en la soledad y la falsa protección que me dan sus paredes, que a veces creo que es mejor que no coma, que no merezco esa comida, que no deseo alimentar este cuerpo a pesar de que me muero de hambre.

Morfeo, Morfeo, siempre Morfeo, señor del sueño, te pido que me acojas en tu seno, que no dejes que en tu mundo me hieran, pero tu no pareces estar dispuesto a ayudar a un ser como yo, y entonces una idea cruza mi mente, aquí y ahora, justo cuando se hace el silencio que indica el final del disco, una idea que lleva tiempo arrastrándose por mi mente, sale completamente a la luz, y decido llevarla a cabo, puede que duela, pero ese dolor no será nada en comparación contra el que llevo sobre mis hombros.

Apenas es un momento, no miro mi brazo cuando la cuchilla atraviesa mi piel, y lo que no lo era... muerdo mis labios aguantando el dolor, no sé si realmente me duele o es sólo mi subconsciente, vierto lágrimas de felicidad cuando todo empieza a desaparecer a mi alrededor, cuando mi conciencia me abandona y me digo a mi mismo: libre.

Abro los ojos y la claridad me hace daño, todo cuanto veo es blanco, pienso en mi libertad, en que ya nadie me herirá jamás ahí, peor escucho voces, primero son como susurros, pero reconozco una claramente, el miedo recorre mi cuerpo, ni en la nada, me libro de él, me incorporo, y me doy cuenta de que no estoy en la nada, pues es un hospital y los susurros hablan de mi, de la locura que he hecho según ellos, del daño que les he causado, me encanta como se preocupan por el motivo que me ha llevado a buscar eso como salida, además, no estaba en mis planes seguir vivo, realmente quería morir.

Mi padre me mira como si yo fuese la mayor decepción de su vida, mientras me da un sermón, que hace que mis ojos miren lo que no querían mirar, a su lado esta mi tío, mirándome con una sonrisa, mientras espera que cumpla lo que ha dicho mi padre, que le agradezca el haberme salvado la vida, no lo haré, jamás, porque el fue él que me la ha quitado, él mato lo que tanto amaban, la luz que había en mi, ahora sólo soy oscuridad, estoy corrompido y sucio, soy despreciable, no le agradeceré, por obligarme a vivir así.

“Nunca, nunca te daré las gracias” digo sujetando las sabanas con fuerza, nadie, lo nota, al menos eso creo, de todos modos, después de eso, siento la mano de mi padre abofeteándome, escucho el sonido que provoca cuando me cruza la cara, y lo miro con ojos llorosos, cuando me recrimina mis palabras.

¿Por qué le de defiendes? ¿Por qué te pones de su parte? ¿Por qué sólo yo he de aguantar esa mirada decepcionada?

Mi tío no deja de sonreír dice que no importa, que todo esta bien así, mientras mi madre se acerca abrazarme, la aparto, no quiero que me toque, no quiero macharla con mi culpa, mi delito, a ella no, ella no se merece nada de eso, a mis ojos ella es como un andel una diosa guardiana capaz de querer a cualquier ser, incluso a uno como yo.

Mi padre sigue gritando, dice cosas horribles, que me hacen aún más daño, y se disculpa por mí, eso ya no lo aguanto, y aprieto más las sabanas, clavándome las uñas en la carne a través de ellas, cuando empiezo a hablar.

“No quiero que me toques, porque no quiero mancharte, no le daré las gracias a tu hermano, porque el me violo, no le daré las gracias, porque el me mato, no le daré las gracias porque…” en principio me han dejado seguir, pero después mi padre me vuelve a golpear antes de marcharse dando un portazo, no cree mis palabras, mi tío sigue ahí, me mira burlón, como diciéndome que no tengo nada que hacer, nunca creerán lo que digo, pero entonces, mi madre, le mira, y antes de que nos demos cuenta le golpea partiéndole el labio, para después abrazarme, no hace caso de mis quejas, ni de mi llanto intentando disculparme, explicarme, no, me acuna y me dice que siempre seré su hijo, que siempre me querrá y protegerá, y en cuanto a mi tío, al hombre malo, a mi asesino, me dice que no he de preocuparme por eso, porque ella hará que desee estar muerto, cierro los ojos y me dejo caer a los brazos de Morfeo que me acoge como si fuese un niño durmiente, y en mis sueños veo a mi madre, vestida como una guerrera y armada con una espada y un escudo, luchando contra el malvado rey, y rompiendo parte de las cadenas que me aprisionaban a él…

1 comentario:

Di dijo...

me encanta el final, gracias por conservar la esperanza.. sitos mi niña, ahora voy a cenar pero luego seguire leyendote.
La loca del cuarto de al lado.