martes, febrero 22, 2005

Regalito

Esto es un regalo para todas esas personitas tan dulces que se preocupan por mi y me dicen que me extrañan estos días, no os olvido a ninguna, espero que os guste.

Mi dibujo es mediocre, mi letra horrible y la historia no es muy buena, ya lo sé, pero me da lo mismo lo que pienses, porque lo he hecho con mucho cariño para las personas antes mencionadas, porque se me dio la gana, si a ti no te gusta ajo y agua nightscrawlers,meina


Regalito

Acecha

Cruel destino
Huía de el
Y me encontró
Tan furtivo como la muerte
Pero no era mi vida
Lo que buscaba
Si no mis sueños
Y así
En mitad de la noche
Se apareció ante mi
Como un vulgar ladrón
Me los arrebato
Y con ellos se llevo
Mi alma
Dejándome vació
Sin vida
Ni ilusiones
Una cascara vacía
Ahora lo busco
Le persigo
Tan sólo deseo
Recuperar lo que es mío

jueves, febrero 10, 2005

Encuentro

Le habían mandado llevar un recado a Astaroth, al parecer estaba en las mazmorras torturando ángeles, no le dio ninguna importancia, era uno de los pocos demonios que se atrevía a ir, quizás por eso se lo habían pedido a él.
Nada más entrar supo que no estaba el demonio al que buscaba, si no los gritos hubiesen sido más fuertes, aún así entró, para encontrarse con el ser más hermoso que jamás imagino, sus cabellos brillaban como la luz más pura a pesar de las manchas de sangre, sus alas de un blanco inmaculado también tenían rastro del color carmesí, sobre su blanquecina piel resaltaban las heridas por los golpes recibidos, sabía que debía irse de allí o haría alguna locura. Estaba apunto de hacerlo, cuando su mirada se cruzó con la del ángel, aquellos ojos marrón verdosos decían conocer el destino que le esperaba, y sin pensarlo, sin mediar palabra invocó una llamarada en su mano con la que fundió la cadena que le sujetaba, liberándolo.

El ángel lo miró sorprendido iba a decir algo, cuando le selló los labios con un dedo y le indicó que le siguiera, al ver que sangraba por el tobillo que conservaba parte de la cadena, lo cogió entre sus brazos hecho a correr por las catacumbas buscando la salida que les llevaría al bosque de las lágrimas, sólo cuando lo dejase allí sabría que estaría a salvo.
No podía explicar porque pero en todo el camino por las catacumbas, pasando entre los túneles con el miedo de ser descubiertos y no poder sacarlo de allí, únicamente tenía una idea en la cabeza ver una sonrisa en aquel rostro de facciones dulces, en sus labios rosados...
Al fin llegaron al bosque, siguió un poco más hasta estar lejos de la puerta al infierno. Con cuidado lo dejo sobre la hierba acaricio sus cabellos y le dijo:

- Ya está, tranquilo, nadie te hará daño, no les dejare. - De nuevo invoco una
llama, esta vez más pequeña y con cuidado fundió la cerradura del grillete. -
Ves, ahora eres libre.
No podía evitar decir aquello con un tono triste, porque no lo iba a volver a ver, no había visto la sonrisa que deseaba, y tenía tantas ganas de besar sus labios. Para su sorpresa el ángel salto sobre él quedando colgado de su cuello.

- Gracias.- le susurro al oído.
- Dámelas cuando cure tus heridas.-respondió secamente.

Volvió a depositarlo en el suelo con cuidado, y sacando lo necesario de una bolsa que colgaba de su cinto, comenzó a curar cada una de las heridas que surcaban su cuerpo, acariciando la delicada y suave piel, sin poder evitar besarle en una de ellas para sorpresa del ángel, que se giró con el rostro encendido por el rubor, pero al ver como el diablo se alejaba de él creyendo que no lo querría cerca, le cogió del brazo y le pregunto:

- ¿Cómo he de llamar a mi salvador?
- Belial ¿Y el tuyo?- dijo acariciándole con suavidad el rostro.
- Nithael.



[Creía que lo había colgado hace tiempo, pero se ve que no :S]

lunes, febrero 07, 2005

Pensamientos para Trei

PuhSólo quiero llorar
Olvidarme de mi mismo
Pero he de ser fuerte
Fuerte por dos vidas
Siento como crecen en mi interior
Son lo más valioso que poseo
He de protegerlas
No dejare que las hieran como hicieron conmigo
Aún siento tus caricias
El sabor de tus besos
El apreton de mi hombro cuando te dije que los perdi
Todo era mentira
Te libero de tu carga
Dejamela sólo a mi
Yo podre con ella
Porque los quiero sobre todo
No me importa llorar en soledad
Mientras ellos tengan sonrisas
Se han convertido en mi todo
Por ellos dare mi vida
No dejare que te acerques
No queremos tus mentiras
No más engaños
Eso es lo que eres
Un mentiroso
Nada más
Hablas de amor
Prometes cosas
Pero no las cumples
Por eso te quiero lejos
Venderias tu alma al diablo
Sólo por negocios
No permitire que les hieras
Mantente lejos de nuestras vidas
Haste ver que estamos muertos para ti
Porque tu no sólo venderias tu alma
Tambien las suyas
Pero ellos seran felices
Ten lo por seguro
Aunque tenga que vender yo la mia
Se la doy gustoso
Contar de mantenerlos lejos de seres despereciables como tu.

miércoles, febrero 02, 2005

Fuerte a la fuerza

Algunos niños son privados de una infancia normal por las circunstancias de la vida, este fue su caso, en su mente no hay ningún momento en el que pueda decirse que no tuvo que hacerse fuerte.
Sentado en las escaleras de entrada de su pequeña casa un pequeño niño se despide con cariño de su padre, en cuanto el coche se alejaba entraba corriendo a la casa se subía en una silla y preparaba un zumo de naranja natural para su madre, con una sonrisa se lo llevaba hasta su cama, sentándose en el suelo a mirar que se lo tomase todo.
– Eres un buen niño Shion, serás un gran hombre. – Decía esta con cariño.
– ¿Quieres algo más mami? – Preguntaba el feliz pequeño.
– No, déjame dormir un poco más y después haremos la comida. – Le pedía con tono cansado.
El niño asentía, permanecía en silencio en la habitación viéndola dormir, poco antes de recorrer la casa y recoger todo cuanto veía que molestaba, para después volver al cuarto sentarse junto a la cama con un libro de cuentos infantiles, siempre atento y solícito a las necesidades de su madre. Pero no le importaba, lo veía normal, su madre estaba enferma y él debía ser fuerte para cuidarla hasta que volviese su padre.
Pero aquella mañana todo fue distinto, después de tomar el zumo su madre le pidió que se acostase con ella, lo había hecho antes, pero había algo raro en el ambiente, era una mezcla entre calidez y frío, su madre le abrazó con ternura y le dijo:
– Eres un niño muy bueno, vas a ser un buen hombre. – Paró un momento interrumpida por su tos.
– ¿Te traigo agua? – Ofreció preocupado.
– No, sólo abraza a mamá, cuando alguien que quieres te abraza te sientes bien, estás protegido, nada malo te puede pasar.
– Entonces yo te abrazare siempre, siempre. – Respondió en su inocencia.
Ella sonrió, acarició su cabello antes de darle un beso en la frente y cerrar los ojos para siempre, sin darle tiempo a decir un último adiós.
Cuando Shion despertó el cuerpo de su madre todavía estaba caliente, pero supo que algo no estaba bien, ella siempre despertaba a la hora de la comida, juntos hacían la mejor comida para su padre. La llamó y no contestaba, la tocó, le pidió que se levantase, pero no le hizo caso, asustado recordó lo que su padre le enseño si eso pasaba, llamó al teléfono de emergencias y les dijo:
– Mi mamá no se despierta, y ha pasado tiempo, no contesta, mi mamá no se levanta. – Su voz se notaba nerviosa.
Por un momento creyeron que era una broma infantil, pero la manera en que hablaba demostraba que no, le pidieron los datos y mandaron una ambulancia, pero nada se pudo hacer.
Lo llevaron a un sitio donde una mujer le hacía muchas preguntas.
– ¿Cómo te llamas?
– Shion.
– ¿Cuantos años tienes Shion?
– Siete. – Le enseño el mismo número de dedos. – Pronto hare los ocho. – Añadió un dedo. – ¿Puedo ir con mi mamá? – Preguntó amablemente.
– ¿Por que no fuiste al cole hoy Shion?
– Yo no voy, he de estar en casa con mamá, por si ella me necesita, ¿puedo verla ya? – Respondía balanceando las piernecitas que le colgaban en la silla sin tocar al suelo.
– ¿Donde está tu padre Shion? – Preguntó la mujer sin prestar atención a sus peticiones.
– Trabajando. – Dijo empezando a molestarse, no entendía porque repetía tanto su nombre, sólo estaban ellos dos en la habitación, pero lo que más le molestaba era que no hacía caso a lo que decía. – ¿Por qué no me deja ir con mi mamá? – Cambio su petición por una pregunta.
– Shion no seas malcriado, escucha lo que te digo. – Le gritó.
– Yo la escucho, pero usted a mi no, mi mamá está mala, tengo que cuidarla, ya soy mayor, déjeme ir con ella por favor.
La mujer no dijo nada, sólo escribió algo en un papel y se marcho dejándolo solo en la habitación, la llamó, le pidió que le dejase ir con su madre, para terminar llorando por la impotencia al no recibir respuesta.
Cuanto tiempo estuvo allí es difícil de decir, pero su padre lo llevo a casa y le dejo escampar a sus anchas por la casa sin prestarle atención, únicamente lloraba y bebía, no hacía nada más.
Unas amigas de su madre le vistieron de negro y se lo llevaron a un lugar donde todos estaban tristes y no había risas, cargado con su oso de peluche y su libro de cuentos, vio como muchos conocidos se disculpaban con él, y le dirigían miradas de pena, también un hombre que no sabía cambiaria su vida, le recordaba un poco a su padre por el pelo rojo, mirase a donde mirase, el hombre de cabellos de fuego estaba allí sonriéndole, el correspondía sus sonrisas con dulzura.
Llego el momento del ultimo adiós, no querían que él la viese pero la vio, metida en su ataúd con una expresión de paz, la llamó otra vez, pero no contesto y al verle allí unas mujeres lo sacaron en brazos, pero el se escapo y fue corriendo hacía ella otra vez, ante los ojos de todos metió junto a el su oso de peluche y su libro de cuentos.
– Así no estarás sola mamá, no dejes que te lleven a la oscuridad.
Los días pasaron, y su padre seguía igual, ya apenas quedaba comida en casa, ni ropa limpia, él hacía lo que podía, cuando una noche el hombre de cabellos de fuego llamó a la puerta, contesto como hacía siempre desde que su padre estaba así.
– Buenas noches, mi padre está indispuesto ahora, mejor venga otro día.
– Dile a Amadeo que Armand ha venido a verle.
No hizo falta que dijese nada, un hombre tambaleante le aparto de la puerta para mirar con ojos vidriosos al que alguna vez llamo hermano.
– Fuera de aquí.
– Tranquilo Amadeo, vengo a traerte lo que quieres, lo que más deseas, el olvido.
Shion observaba todo en silencio sin entender bien lo que pasaba, vio como Armand sacaba una cajita pequeña y bien elaborada, ofreciéndosela a su padre, pero sin dejarle cogerla.
– Todo tiene un precio.
– ¿Que quieres? – Respondió su padre apoyándose en la pared.
La mirada de Armand recorrió la habitación hasta pararse en el pequeño habitante.
– A él.
– Es tuyo. – Dijo arrebatándole la caja de las manos. – Shion vete con él.
Y así fue llevado lejos de lo que conocía en un coche blanco junto a un hombre que parecía tener algo que ver con él.
– Shion, soy tu tío Armand, has visto que papa esta malo ¿verdad?
El pequeño asintió.
– Pues como se tiene que ir a que le curen y no te puedes quedar solo, vas a vivir conmigo, en una casa muy bonita con jardín.
– ¿Eres hermano de mi papa? – Pregunto no seguro de entender lo que pasaba.
– Si, y tu tío, por eso he de cuidarte bien. – Respondió acariciándole la mejilla con suavidad.
Era cierto, tenía jardín, estaba lejos de todo, una gran casa en un lugar remoto, donde viviría cosas que desearía olvidar y jamás podría.
El día en que cumplió ocho años estaba muy bien vestido y corría por la casa jugando con aviones de papel, cuando otro niño apareció ante él.
– Hola yo soy Daniel ¿y tu? – Se presento el desconocido.
– Shion ¿Quieres jugar conmigo? – Pregunto sin importarle que fuese mayor que él.
Armand observaba molesto la situación, pero no dijo nada le gustaba ver reír a Shion, lo que le molestaba era que sus sonrisas no fuesen para él.
Una noche Shion tuvo una fuerte pesadilla, se levanto asustado pero no llamo a nadie solo se sentó en el suelo abrazándose así mismo mientras temblaba, fue Daniel quien entro con una sonrisa en su cara pecosa, se sentó junto a él y lo abrazo diciéndole:
– Ya paso, ya paso.
Cogieron por costumbre dormir juntos, Daniel descubrió que aquello se repetía cada noche, lo cual le apenaba mucho, pues no sabia de que otra forma podría ayudarle. Pero Armand lo descubrió y saco a Daniel de la cama arrastrándole de los pies.
– Te lo dije una vez Daniel, él es mío.
Los niños le miraban sin entender, más bien era Daniel quien no entendía nada, porque Shion se encogió asustado y le dijo:
– Hemos sido buenos, de verdad.
Armand aparto la mirada de Daniel para dirigirla a Shion.
– No, tú has sido bueno, pero Daniel debe aprender a no jugar con los juguetes de los demás.
– No le hagas daño, por favor. – Pidió sabiendo a lo que se refería.
Aquello solo aumentaba su enfado, y se acerco a Shion para tirarlo al suelo del pelo.
– Tu eres sólo mío, no quiero que juegues más con Daniel.
– No jugare más con el, pero no le pegues por favor. – Rogo levantándose del suelo.
Eso era algo que le gustaba de él, al contrario que Daniel que seguía en el suelo, Shion se levantaba, tenía demasiado orgullo aquel chico y quería domarlo.
La prohibición de jugar con Daniel era clara, no jugarían más y así se lo hizo saber a su amigo en un avión de papel que voló hasta quedar en su cuarto.
"Hola Daniel:
Siento que tu padre te pegase por mi culpa, entiendo que no me hables, solo quería decirte que para mi serás siempre mi mejor amigo, aunque no pueda jugar contigo.
Shion"
Daniel no hacía más que pensar en lo que había pasado, era dos años mayor que Shion, pero no había sido capaz de hacer nada más que mirar asustado, nunca había visto así a su padre, y al pensar en que les pegarían prefirió no hablar a su amigo delante suya, era cierto que en principio se enfadó con él, pero después de leer el avión y de ver como asomaba su mirada siempre triste por la puerta, no podía.
"Hola tonto:
Claro que seremos amigos, y aun más que eso, amigos secretos por eso no te digo nada, ya veras como así mi padre se olvida y podremos estar juntos otra vez.
Daniel
P.D.:
Sabías que tu letra es de niño de guardería"
Le envío en respuesta en la parte de atrás del avión.
Shion la leyó dos veces, despacio para no equivocarse, pues apenas sabía leer y escribir.
"No soy tonto, además mi letra es así porque no pude ir a clase, tenía que ser fuerte y cuidar de mi mama."
Le respondió solo eso, molesto por el comentario, el realmente quería ir al colegió y aprender como todos los niños.
"Hey ,tonto, no te enfades, a mi me gusta tu letra, me gusta que me escribas y me encantan las historias que me contabas mientras jugábamos, seguro que te las contaba tu madre."
Contesto sintiéndose mal, no quería que se sintiera triste, cada día entendía más, porque esa mirada y esa fortaleza.
"No, las historias son mías, pero mi mama me enseño a inventarlas, ella era genial, y muy buena, cuando mi padre se cure podre enseñarte fotos de ella. Además sigo pudiendo contarte historias.
Erase una vez una vez..."
El tiempo pasaba y las cartas continuaban hasta la noche, cuando eran mandados a dormir y Armand desaprecia, Daniel entraba a escondidas al cuarto de Shion y le abrazaba hasta que este se dormía. Aquel juego del escondite duro dos años más, pero Armand los volvió a atrapar y esta vez parecía que nada podría calmarle, golpeo a ambos niños, sobre todo a Shion, diciéndole:
– Cómo puedes ser así, te lo he dado todo, nunca has tenido tantas cosas, y me traicionas con mi propio hijo. Muerdes la mano que te da de comer, no olvidaras jamás este día.
Pero lo que no esperaba era que Daniel a pesar del miedo, abrazara a Shion evitando que le siguiese golpeando.
– Déjale en paz, no es una cosa, puede hacer lo que quiera. Su padre se lo llevara cuando sepas lo que le haces. – Gritaba cerrando fuertemente los ojos para no ver si le iba pegar.
Armand se rio al escucharlo, sus carcajadas llenaron la habitación, haciendo eco en la noche antes de que dijese:
– Su padre esta muerto y él es mío, su padre le cambio por opio y tanto alcohol como pudo beber hasta morir, no lo quería, nunca lo quiso porque fue el culpable de que Shinta se debilitase, su amada esposa. – La crueldad de sus palabras dejo en shock a Shion que nunca imagino tal cosa, recordó el día en que se fue con Armand realmente era cierto, estaba delante cuando lo hicieron, pero nunca quiso darse cuenta.
– Eso no quiere decir que sea tuyo. – Gritaba Daniel abrazando más fuerte a su amigo al sentir sus lágrimas, al escuchar esas palabras.
– Suéltalo Daniel, no te quiero aquí. – Todas las palabras fueron dichas en el mismo tono, ninguna más alta que la otra.
Daniel no escucho, sólo negaba y abrazaba a su amigo con fuerza; vio a su padre quitarse el cinturón, lo sintió en su piel cuando le golpeo una y otra vez, pero no le soltaba, no lo soltaría, esa vez él seria fuerte, así que sonrió y le dijo:
– No tengas miedo, no dejare que te pegue, voy a protegerte con mi abrazo.
Muchos recuerdos trajeron esas palabras, y cuando abrió los ojos y vio como estaba su amigo lleno de golpes, se separo de él y le pido a Armand le suplico bajando la cabeza como nunca antes:
– Déjale, por favor, no le pegues, lo mataras.
Armand paro un momento, su brazo en alto esperando para dar otro golpe observando fríamente al niño.
– Calla traidor, él es más traidor que tu, que es sangre de mi sangre y ahora pretende robarme lo que es mío, los dos vais apagar por ello. – El cinto volvió a golpear, esta vez en la espalda de Shion, pero no era ahí donde iba, tenia que haber dado a Daniel de no ser porque Shion se interpuso.
– Por favor déjale, hare lo que quieras, pero déjale. – Suplico llorando, arrodillándose ante él.
Armand no soltó el cinturón, lo enrollo en su mano para coger con la otra al pequeño del brazo y arrastrarlo hasta su cuarto encerrándose con el mientras le decía:
– Por supuesto que lo harás y vas a gritar como nunca antes.
El hombre no mentía, Daniel se había levantado y golpeaba la puerta del cuarto de su padre, la golpeaba sin cesar, gritando que lo dejase, mientras escuchaba como Shion gritaba y como sus gritos se convirtieron en llanto, cada segundo era horrible, aquello duro toda la noche, gritos, golpes, y llanto todo junto, hasta el amanecer, cuando su padre salió de allí con una sonrisa en los labios diciendo que se iba a duchar, mientras su amigo estaba tendido en la cama, su cuerpo lleno de heridas, y sangre seca, su propia sangre, tenia la cara llena de lagrimas y cuando le hablo apenas tenia voz.
– Me ha prometido que te dejara en paz. – Sonrió.
A Daniel aun le dolía todo el cuerpo pero solo de ver a Shion se olvidaba, porque su amigo estaba mucho peor, no estaba seguro de lo que había pasado, pero odiaba a su padre por ello, por hacerle eso a su amigo y lo sacaría de allí fuese como fuese.
Cada noche se repetía aquella historia, cada noche escuchaba como su amigo se aguantaba gritar hasta que ya no podía más, cada noche cubría su cabeza con la almohada deseando no escuchar nada, pero por más que hiciera eso, al día siguiente le ayudaba a limpiarse y curaba sus heridas mientras se repetía que debía ser más fuerte para sacarlo de eso, por eso aquel día no se tapo la cabeza, no pidió que llegase el amanecer para ver a Shion sonreír y decir que ya paso todo haciéndose el fuerte, no al contrario en la noche arremetió contra la puerta, la golpeo sin importar nada, hasta que al final aquella puerta cedió y se encontró con la escena, Shion le pedía que se fuera porque no sabría si podía contenerlo, pero Daniel no hizo caso, cubrió a su amigo con la sabana y le cogió de la mano diciendo que ambos se irían que irían con su madre, amenazando a su padre con un cuchillo de cocina, pero no llego a salir del cuarto, las cosas podían ser tan simples a veces, Armand saco una pistola poniendo punto y final a la pelea, un tiro al pecho y se acabo, ni tan siquiera se inmuto al ver como su hijo caía herido por la bala que le había disparado, no el importaba en absoluto, lo miraba como con asco. Sólo reacciono cuando vio como Shion lo abrazaba.
– Daniel todo va a estar bien, por la mañana cuando salga el sol, todo ira bien. – Decía sonriendo, evitando llorar.
– Si tú sonríes, si tú estas bien, yo estaré bien. – Dijo correspondiendo al abrazo antes de cerrar los ojos para siempre.
Su padre observaba la escena en silencio antes de soltar una risilla y levantar a Shion del suelo para tirarlo sobre la cama.
– Tú y yo tenemos que terminar de jugar. – Hablo sin ocultar su maldad.
Aquella noche hirió profundamente el alma de aquel niño, nunca más volvería a ser el mismo, la frialdad se apodero de él, mientras era violado ante el cuerpo muerto de su amigo. No grito ni lloro, se mordió así mismo para no hacerlo, pero las noches de convirtieron en semanas, las semanas en meses y estos en años, su único consuelo las palabras escritas en viejos aviones de papel, más nuevos que el iba juntando, historias inventadas llenas de dulzura a la vez que oscuridad. Se prometió así mismo que no permitiría que nadie más muriera por su culpa.
Armand le regalo un ordenador y una conexión a internet que usaba para leer historias un día descubrió un concurso y con algo de curiosidad participo, el primer premio era publicar la historia y así fue como un día le llego un email a aquella cuenta que hizo para poder participar. Le decían que querían más escritos suyos, firmar un contrato para una novela, no podía creérselo, le estuvo dando vueltas.
Hasta que un día cuando se levantaba dela cama, con el cuerpo malherido caminado hacia el baño para limpiarse sintiendo asco de si mismo, una mujer entro por la puerta de atrás, llevaba una carpeta con muchos papeles, se sorprendió al ver que habían dejado al puerta abierta, pero más le sorprendió el chico que bajaba las escaleras apoyándose en las paredes con heridas por todo el cuerpo.
– ¿Te encuentras bien? ¿Que te ha pasado?– le preguntaba exaltada sacando el móvil para llamar a la policía.
– Estoy bien, cuelgue el teléfono, aquí no hay cobertura. Márchese puede volver en cualquier momento. – Hablo el joven con una voz tan fría que le helo los huesos.
– ¿Quien va a volver? No puedo dejarte así, además esto buscando a un tal Shinta H.Yue. – Decía la mujer acercándose por miedo a que cayese.
– Soy yo, dígame lo que quiera y márchese.
– Antes deberías curarte no estas... – Lo vio caer por las escaleras – ... bien – Termino la frase y como pudo lo subió a su coche no entendía nada, pero debía alejarse de allí.
Despertó en un lugar desconocido, vendando y con una bata blanca, el lugar era completamente blanco también, le dolía todo el cuerpo, y vio a la mujer que estaba en casa de Armand antes de que perdiese el conocimiento.
– Hola Shinta, soy Ángela, editora de la editorial MegamiNani, estas en el hospital privado el Cisne, yo te traje, por lo que se has sufrido un fuerte abuso, parece que continuo, y...
– He sido violado y golpeado desde los 10 años, no hace falta que me de esos datos, ya lo se. ¿Que quiere de mi? – Interrumpió haciendo gala de su frialdad.
– Quiero tu mente, esa manera de escribir es lo que necesita mi empresa, a cambio, te ofrezco una salida de la vida que llevas.
– ¿Que día es hoy? – Preguntó mirando a la ventana.
– 21 de Noviembre, pero te das cuen...
– Acepto.
La mujer se quedo en silencio, sonrió y saco una cantidad de papeles, entre ellos una matricula para el Gakuen Muhen, por lo que sabia era un colegio de prodigios, y ese chico era uno.