viernes, mayo 25, 2007

Algo

Bueno mi blog esta algo parado, pero es que tampoco tengo mucho que contar, fui a dos entrevistas de trabajo, pero no me llamaron de ninguna después, el trabajo de puta no me atrae, así que agradezco no vivir en Alemania… y no llevar un año en paro…

Le hice un dibujo a Di para su tienda en Gaia, es tipo hadita de Doremi, la quiero hacer también en Powerpuff, porque esos son los únicos dibujos que yo puedo hacer medianamente decentes, y esos serán los únicos que a ella le gusten ^^.
Hablando de dibujos, le hice uno con ceras manley, que son distintas que las dacs o al menos eso me parece a mi, a mi hermana pequeña, le gusto, me alegro mucho, porque no era gran cosa, pero me esforcé en hacerlo, pero aunque te esfuerces en las cosas, no tienen porque gustarle a los demás. Pinte otro dibujo a dacs, pero me quedo horrible horrible, no es coña, la cague con los colores y al difuminar, quedo muy sucio…lo repetire, me había gustado esa imagen ^^..
Ya no se que más poner…

lunes, mayo 14, 2007

Wallpapers

Hice estos wallpapers tras escribir la historia que he puesto en la otra entrada, lo he pasado bien haciendolos, y realmente no importa si nadie los usa, porque aunque los usasen yo no lo podria saber xDD.

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Cactura de pantalla de Princes Tutu.
Ilustraciones de Shin Takahashi y Carnelian.




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Fondo hecho por mi a base de pinceles del photoshop.
Alas tambien a base de pinceles del photoshop.
Ilustración de Carnelian.



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Fondo Captura de pantalla de Moldavite.
Ilustración de Shin Takeshi-

Re de recuerdo

La luna carmesí alumbraba la tierra con rojos sangrientos, las aguas parecían la sangre de inocentes y culpables por igual, presagio de la guerra que se avecinaba, errores pasados que se repiten.
Sentado sobre las murallas que protegían Sitna, lo observa todo, pensando en un pasado que le hace sufrir, temiendo por quien quiere.
- ¿Cómo es posible que alguien pueda hacer daño a un angelito de dios? – Preguntó al viento sin esperar respuesta.
Plumas negras cayeron a su alrededor, el dueño de estas aterrizo a su lado.
- Cuanto tiempo. – dijo la figura a modo de saludo.
Muchos recuerdos compartidos como para saber lo que piensa el otro sin que lo diga.
- Hay esta durmiendo, no ha cambiado.
- El desconocimiento de la verdad, permite su felicidad. – sentencio el visitante.
Se giró para mirar al demonio, había verdad en sus palabras, el viento hizo sonar la cadena que unía sus grilletes.
- La cadena parece no haber cambiado desde entonces.- Intentó tocarla, pero el dueño no lo permitió.
- No le he hablado de ti, no sabe nada del pasado, ni de que alguna vez tuvo una hermana.
Al escucharle sonrió antes de decirle con una voz cargada de amargura:
- Siempre me burle de tu nombre, aún cuando cobro un sentido que resulto ser profético.
- Así es, Re de recuerdo. No he olvidado nada Asbeel, recuerdo todo desde que estoy junto a Haydée. Como que fuiste tu quien me regalo a ella, con un enorme lazo azul de tul en el cuello, el mismo día que tu madre nos abandono en la fría nieve, lejos de toda civilización. Igual que hiciste tu siglos después. – lo ultimo lo dijo lleno de ironía.
La luz de la luna alumbro el rostro del demonio, ojos ambarinos de mirada desafiante, en los que se podía ver reflejado un extraño conejo de peluche.
- No me arrepiento de haberla abandonado en la nieve, pero si de no haber tenido el valor de matarla entonces. – una lágrima perdida cayó por el rostro de la joven.
Re se levantó, de pie no llegaba al metro, sin embargo, había algo en él que hizo retroceder a la joven.
- La envidia y la soberbia fueron tu perdición, por ti murió el abuelo, y Hay carece de recuerdos.
- Deberías agradecérmelo, fueron mis actos los que te dieron vida. – se mofó.
La cadena volvió a sonar, y todo lo que estaba a su alrededor cambio, robándole una exclamación de sorpresa a Asbeel, que hecho a correr por unos pasillos conocidos siguiendo el sonido de sus propios pasos, los pasos de su yo cuando era un querubín.
“Por favor As, le estas asustando.” Se escuchó una voz de sobra conocida por ambos, antes de dejar ver a una Haydée más niña, media lo mismo que Re y carecía de alas, tenía las rodillas raspadas y la túnica rota, aunque no lo habían visto, sabían que era porque se había caído por las escaleras persiguiendo a la pequeña Asbeel, a la que al fin había atrapado, pero esta no queriendo reconocer la derrota extendió las alas y se subió al enorme ventanal dejando al Re del recuerdo sobre el vació, este carecía de cadena y grilletes.
“Te lo daré si vuelas.” se rió al decirlo.
“Pero yo no tengo alas. Lo siento” Fue dicho tristemente, como si aquello fuese un pecado ante dios.
“Pero yo no tengo alas. Lo siento” la imitó burlona, empezando a quitar dedos.
- Sácame de aquí. – reclamó la Asbeel adulta, pero a este no le importaba lo que ella quisiera.
“Haydée, Asbeel.” Llamaba una voz adulta, pero eso sorprendió a la pequeña Asbeel perdiendo el equilibrio y cayendo por el ventanal, la ventana se rompió, los cristales saltaron y se clavaron en su piel y alas, estaba tan asustada que no fue capaz de volar, sólo sentía su cuerpo caer. Haydée abrió los ojos asustada, pero reacciono al segundo saltando tras ella, dos hermosas alas blancas brotaron de su espalda, mientras sujetaba a su hermana para que no cayese, ambas aterrizaron suavemente gracias a Haydée, Asbeel no podía ni llorar de lo sorprendida que estaba, pero antes de que pudiese decirle nada a su hermana, esta se desmayó, y el abuelo las encontró.
Aquella memoria, era el principio de todo, tras ese incidente, Haydée no recordó nada, ni su propio nombre, y en las muñecas de Re aparecieron los grilletes, Asbeel empezó a mentir para encubrir sus faltas y así continúo pasando por años, momentos que pudo revivir de nuevo como espectadora muy a pesar suyo.
Llegaron al recuerdo de la primera guerra, empezó a gritar como loca a Re que la sacase de ahí, que parase con todo aquello, pero este no hacia ningún caso.
- A mi no me molesta, porque yo no tengo sentimientos. – cada palabra una mentira dolorosa que se clavaba en su pecho, pero intentaba ayudar a Asbeel mostrándole los errores pasados.
Ambas hermanas asistían a los heridos, en compañía de su abuelo, Asbeel estaba molesta con esa situación, consideraba que aquello era inútil, ella quería estar en primera línea de batalla, pero su abuelo no lo permitió, ni los otros arcángeles, le habían ordenado proteger a su hermana, y eso le molestaba, ya tenían el rango de dominaciones, pero ambas seguían siendo tratadas como querubines, pero eso cambiaria.
Volaban sobre el océano trasladando heridos, cuando vio su oportunidad y desenvaino su espada, el filo brillo cuando corto el aire y las alas de Haydée que empezó a caer, gritándole al resto que les atacaban, que protegiesen a los heridos, el abuelo había visto lo sucedido en la distancia, y supo que sus sospechas sobre Asbeel eran ciertas, voló todo lo rápido que pudo para salvar a Haydée, pero Asbeel se interpuso.
“¿Cómo has podido?” preguntó negando con la cabeza y parando los golpes de su espada.
“Es por su bien, tarde o temprano habría muerto, en la guerra sólo existen los que mueren y los que matan, y te aseguro que yo soy de los últimos.” rió.
El arcángel de la paciencia uso su poder para inspirar bondad en el corazón de su nieta, y tras eso se hundió en el océano buscando a Haydée, devorada por las aguas con facilidad, gracias a la pesada armadura que le habían obligado a llevar, sus ojos veían como su propia sangre teñía el agua, y Re le decía que todo saldría bien, que les salvarían, así fue, aquel ángel sacó a su nieta del agua a costa de su propia vida, Asbeel había logrado herirle, pero no importaba, aún tenia fuerzas para salvar a su pequeña, uso su poder para curar a la niña, y justo cuando acabo, su otra nieta lo atravesó con una espada.
“Cómo te atreves a doblegar mi voluntad, ella debe morir.” gritaba histérica.
El arcángel uso su propia sangre para dibujar la señal de la cruz en la frente de Haydee, y le entregó su espada diciéndole:
“Sálvate.”
“¿Abuelo?” lo llamó con voz temblorosa, no quería creer lo que pasaba, en sus manos, la espada temblaba, le costaba mantenerla, era pesada, pero se aferraba a ella, mientras su hermana mataba a ángeles y demonios por igual, a todo aquel que se atreviese a acercarse.
“No dejare que la corrompáis,- gritaba- ella es pura, y no la manchareis.”
Sin poder cubrir a todos, un demonio se abalanzo sobre Haydée iba directo a matarla, cuando ella le sonrió, paro el golpe de la espada torpemente, pero logro esquivarlo, quedando frente a su atacante.
“Estas herido.” Susurro colocando una mano sobre el pecho del demonio “¿Cómo puedo curar tu corazón?” preguntó antes de ver como rodaba la cabeza de este por el suelo y su hermana aparecía tras el cuerpo.
Todo volvió a la normalidad, ellos aparecieron sobre la muralla, y las lágrimas recorrían el rostro de la Asbeel adulta.
- No pude matarla. - decía con cierta vehemencia desde hace un rato.
- Tienes una extraña forma de amar. – dijo Re entendiendo los sentimientos de la muchacha.
- Nadie la quiere tanto como yo. – empezó a recuperar la compostura.
- Su nombre lo dice, querida por todos.
- los nombres parecen decir muchas cosas - se rió - yo soy Desertor de dios. Ten clara una cosa Re, la próxima vez no me pillaras desprevenida, y si estalla la guerra, te aseguro que Haydée volverá a verme, y la matare. – Extendió sus alas y se marcho sin mirar a atrás.
- Mientes muy bien, pero siempre olvidas que yo recuerdo todo. – dijo caminando hacia el cuarto de Haydée.
Tras ver a su hermana cortar la cabeza del demonio, empezó a hacer preguntas mirando a todos lados, no entendía el porque de la guerra, no entendía como podían matarse entre si cuando hacia nada habían compartido la mesa, habían sido hermanos, lloraba por todos, y Asbeel sufriendo al verla así, coloco la punta de la espada sobre el corazón de su hermana.
“Tranquila, yo te librare de tus sentimientos.” Le dijo sonriéndole con tristeza, pero no fue capaz y simplemente la golpeo con fuerza en la cabeza, haciéndola perder la conciencia, la cargo y voló con ella lejos de guerras, lejos de todo lo que pudiese dañarla, la dejo sobre una nieve blanca que se mancho con la sangre que cubría sus cuerpos, y se alejo de ella, sabiendo que si despertaba no recordaría nada y no sufriría más por todo aquello.