viernes, octubre 14, 2005

Confesión antes de la muerte

Estas son mis últimas memorias, la verdad de lo que ocurrió en aquel tiempo, las mentiras de las que llene mi propia alma para conseguir mis deseos, el porqué las dirijo a ti, supongo que es porque alguna vez te llame amigo, fuiste como otro hijo para mí, tu lealtad me sorprendió, incluso cuando mi autentico hijo murió, fuiste el único que busco la verdad tras su muerte, aquí te contare la verdad, aunque carece de importancia, tú también estas muerto, por lo mismo que mi hijo, entrometerte en mi camino.

En estos momentos me alegro más que nunca, que me viéseis en el estado que me encuentro sería vergonzoso, mi orgullo resultaría francamente herido, supongo que es el castigo de los dioses, si es que existen, por todo lo que hice.

No recuerdo exactamente hace cuantos cientos de años que empezó a carcomerme la envidia hacía mi propio hijo, el había conseguido cuanto yo desee, tenía una mujer preciosa, que me hacia soñar con ella cada noche y no contento con eso era el líder del clan, un líder querido, un líder justo, pero cometió un error, tenerme a mí de padre y querer que las razas y clanes viviesen en paz, la idea de mezclar nuestra noble sangre con los frágiles humanos me daba asco, compartir con los vampiros me daban ganas de matarle, y eso hice, confabule contra él. Lo prepare todo, les dije cuando, donde y como, lo prepare todo, pero algo salió mal.

La noche que mi hijo murió, se suponía que yo me encontraba de viaje, pero en realidad me ocultaba en la casa del licano que lo mataría, llegaba el amanecer, no pude aguantar más y camine hacia la casa donde la masacre debía haber terminado, cuál fue mi sorpresa al encontrarme a los subordinados de mi aliado sujetando a la mujer de mi hijo mientras era violada cruelmente, me sorprendió darme cuenta de que ya no la deseaba, de que no quería yacer con ella, cuando había soñado tantas noches con hacerlo, los observe en silencio, y pensé que ahora me había quedado solo, pero entonces escuche la voz de aquella mujer que había dejado que poseyeran su cuerpo sin soltar ni un grito, sus palabras se clavaron en mi mente.

"Mi-chan, pase lo que pase no grites, no dejes que vean que te duele."

Mi-chan era como llamaban a mi nieta, una niña que tenía el porte orgulloso y una mirada que me recordaba al fuego, mis ojos la buscaron, pues hasta ese momento la había creído muerta, la vi, estaba en el suelo junto al cadáver de mi hijo le sujetaba la cabeza contra su pecho como si sólo estuviese dormido, también vi a los hombres de su alrededor, y que seguramente lo que ella trataba de hacer era proteger el cuerpo de su padre, pues no había podido hacer nada por la mujer que le dio la vida, aquel sucio licano no contentó con haber violado a la madre camino hasta ella, llevaba la espada en el cinto, no se la había quitado en ningún momento, el mango estaba ensangrentado como casi todo en la casa, aún recuerdo como miraba a mi nieta, se la comía con los ojos, parecía un perro al que le ponen un plato de comida delante después de varios días sin probar bocado, su madre también lo noto, por eso corrió hacia ella y se puso en medio, pero antes de que pudiese hacer nada, fue asesinada de un sólo movimiento de espada, vi su cuerpo caer y como los ojos de mi nieta se habrían y su boca hacia el intento de dejar escapar un grito que nunca se oyó. La golpearon en el rostro y no grito, la separaron a la fuerza del cadáver, y no dijo nada, la sujetaron entre cuatro hombres para poder abrirle las piernas y que fuese ultrajada y no hizo el más mínimo sonido, aunque sí que intentó escapar, los mordió, pateó y arañó, con una fuerza que me hizo sentir orgulloso, pero ella aún era un cachorro y ellos licanos con bastante experiencia. Vi como era violada, como la penetraba bruscamente haciéndola sangrar, como se reía y decía a los otros que debían probarla que era incluso mejor que la madre, y no me pude contener, no pude contenerme por más tiempo, los celos me estaban comiendo por dentro, salí de mi escondite y arremetí contra los que vigilaban, antes de ponerle una daga en el cuello a ese asqueroso licano que había ultrajado algo que era mío, le hice apartarse de ella, le hice pedir perdón, le obligue suplicar por su vida y a salir corriendo, iba a ser el nuevo líder, pero yo movería los hilos, eso lo sabían todos los presentes, menos aquella niña, que permanecía tirada en el suelo como una muñeca rota, me agache y la acune en mis brazos, su olor estaba mezclado con el del otro licano y aquello me irritaba de sobre manera, me miró con admiración y veneración, con la confianza de que ya todo iba a ir bien. No sé cuánto me costó contenerme para no poseerla ahí mismo, quizá fue el hecho de darme cuenta, que era ella quien ocupaba mis sueños desde hacía unos días, una cría que apenas empezaba a ser mujer, pero tenía algo que me hipnotizaba.

Tardo varios días en recuperarse, pero aceptó su nueva vida, su vida como repudiada, sin pertenecer a ningún clan, la mentí, le dije que yo no había tenido nada que ver, pero que no me quedaba otra que servir al sucio bastardo que nos había traicionado, porque se había quedado con la cabeza de mi hijo y quería recuperarla, costase lo que costase, cuando realmente había sido yo quien corto esa cabeza, quien ordeno que fuese exhibida ante todos, para dejar claro lo que podría pasarles si intentaban vengar la muerte de aquel hombre.

Dormir bajo el mismo techo que ella era una tortura, su olor lo llenaba todo, su esencia me perseguía, era como si pidiese a gritos que yaciera con ella, por eso no me quedaba allí por las noches, salía al bosque o me quedaba en las ruinas, nunca con ella, nunca cerca, pero esa noche, esa noche me quede dormido en el sofá, y ella, ella se acurrucó a mi lado, buscando mi protección, la lleve a la cama, y me fui a beber, bebí como nunca antes, quería cegar mis sentidos, cegar todo lo que sentía apagar mi deseo, pero no lo logre, iba a peor, las putas que podía tener no me llenaban su olor me daba asco, no podía quitarme de la cabeza, el cuerpo de mi nieta contra el mío, su respiración contra mi piel, la suavidad de su piel, y por eso ebrio de deseo volví a la cabaña, entre en su habitación y la bese bruscamente, como era de suponer su cuerpo se tensó y sus ojos me miraron aterrados, tardó en reconocerme, aún así intentó apartarme, le sujete los brazos, le desgarre la ropa y continúe con aquello, seria mía, quisiera o no, esa noche fue la primera de muchas otras, pero el hecho de que no emitirá sonido alguno me resultaba irritante, por más violento que fuese ella no decía nada, sólo me dejaba hacer, y al día siguiente actuaba como si no hubiese ocurrido creyendo que era culpa de la bebida, así que a la luz del día, perfectamente lucido, quitando el deseo que me comía por dentro, la bese en mitad del bosque, recorrí su cuerpo con mis manos, apreté sus pechos aún desarrollándose en ellas, le susurre al oído que no dejaría que fuese de nadie más, que seria mía y aunque estuviese con cualquier otro no podría olvidarse de mis caricias, no podría olvidarme, y así fue como conseguí escucharla, escuche sus gemidos, su voz temblorosa reclamándome que la dejase, pero no lo hice, nunca lo haría, ella era mía y de nadie más, al final únicamente bastaba una mirada, un roce y su cuerpo sabia lo que quería.

Las cosas empeoraron, tu habías sido más fiel a mi hijo parecías darte cuenta de lo sucedido, no sólo eso, empezabas a hacer preguntas, si seguía así, descubrirías que yo estaba detrás de todo, y eso me preocupaba, para mejorar mi situación, mi nieta había salido embarazada, la hice jurar que lo criaría como si fuese su hermano, y cumplió, era su hermanito a pesar de que ella cumplía perfectamente el papel de una madre, verla alimentar al pequeño me irritaba, no quería que ningún otro ser tocase su cuerpo, pero me contenía, ese niño era parte de mi. También ayudaba el hecho de que cada vez pasaba más tiempo en las ruinas, aunque mi cuerpo extrañaba el de ella, podía contenerme torturando traidores o vampiros, algo que tu no tolerabas, me mirabas como si no me conocieras, pero yo estaba ebrio de deseo y ni el agua más fría lograba calmarme, bebía hasta que mi cuerpo se negaba a aceptar más de ese liquido infernal, y quizás por eso, hable de más, le conté al hombre al que puse al poder, sobre la Valquiria que escondía, mi princesa guerrera, y sobre el hijo que había tenido con ella, así fue como cuando fui a encargarme de unos vampiros, él aprovechó para mandar a algunos hombres a mi casa, quería tener algo con lo que controlarme, pero salió mal, como yo le había dicho mi nieta era una guerrera, y resultaba verdaderamente peligrosa cuando se trata de proteger a sus cría, así que cayeron bajo sus manos, pero cuando consiguieron atrapar a su cría, paro, sus ojos brillaron incluso más que antes, pero se quedo quieta, esperando, aún así, el niño forcejeo para ir con su madre, y ellos cometieron el error de matarlo , en ese momento , se convirtió en fuego, un fuego descontrolado que acabo con todos ellos, pagarían con sus vidas, la de su cachorro, pero aún necesitaba saber quien había dado la orden. Llegue corriendo, casi ahogado alarmado por el humo que venía de ahí, entonces la vi, sus ropas rotas y cubiertas de sangre, su pelo plateado ondeando al viento como una bandera, sus ojos brillado como el fuego, el fuego que había dejado salir, para que ardiese la casa, y todo, allí estaba el cadáver del hijo que tanto amo, por él cantó, un cantó funerario que hizo que mi corazón se encogiese, pues nunca escuche canto más triste y tan amargo, cuando realmente sólo era una nana, una nana que antes me había sonado dulce y llena de amor.

De las cenizas salió un brillo, escarbo entre ellas, y lo cogió, era una correa de perros, había tenido un cachorro hace tiempo, antes de ser madre, pero yo lo mate porque no soportaba compartirla, se la puso al cuello, sellando una promesa silenciosa de venganza.

Esa noche todo cambio, el ratón se convirtió en cazador, se dejo seguir por las calles, y aprovechó cuanto yo le había enseñado, no sólo torturaba a los hombres con su presencia, si no haciéndoles desear algo que no tendrían, apenas tardo unos días en conseguir que el líder la siguiese por las calles, por los callejones y túneles, lleno de deseo, y cuando al fin se dejó cazar, no uso palabras, sólo gestos, para hacerle saber que le seguiría, mientras yo me comportaba como un mero espectador, aunque por dentro la envidia me carcomía, nunca me había parecido tan hermosa como en esos momentos, pero era su deseo de venganza que la hacía parecer tan hermosa. Se encerraron en una habitación, los dos solos, y el muy idiota ordenó que pasase lo que pasase no abriese la puerta, un gran error por su parte, cuando el creyó que iba a pasar una noche de placer y lujuria, se equivoco, esa noche seria la más dolorosa de su vida, no sé qué fue lo que le hizo, pero recuerdo su rostro desencajado por el dolor y el terror, la habitación sin ninguna muestra de lucha, y como ella salió y lanzó su cabeza ante todos haciendo saber que ahora mandaba ella, pues había conseguido el puesto del mismo modo que el anterior líder. Aunque a la hora de la verdad, volvía a ser yo quien dirigía todo, no podía evitarlo, ella era solo mía de nuevo, esa noche volví a hacerla mía, volví a poseerla y hacerla ver que no podría olvidarme jamás.

Y entonces tu me llamaste a una cita secreta, me dijiste que sabias que ella era mi nieta y que querías la verdad, así que use la información que tenía de ti en tu contra, corrí a donde ella estaba me arrodille y la abrace las piernas vertiendo lágrimas falsas, le hable de que tú, el mejor amigo de su padre habías tenido mucho que ver en la muerte de este, y como colofón le dije que habías sido quien aconsejo al anterior líder que matasen a su hijo, creyéndolo el hijo de su padre, entonces ella dio la orden, quería tu muerte, no sólo por venganza, sino porque le dije que después de todo eso, tú te habías atrevido a tener un mestizo con una mujer humana, tú que habías ayudado a la muerte de su padre por querer la paz entre todas las razas, así que ella cumplió perfectamente con lo que esperaba.

Aún abriéndome librado de ti, las cosas no mejoraron, estaba haciendo un experimento, cuando Miroku llego, como siempre que me saludaba me abrazo por la espalda, yo le había enseñado a que lo hiciera, continúe haciendo mi experimento sin importar que ella estuviese, con el tiempo había aprendido a controlar mi deseo irrefrenable hacia ella, aunque no negare que ya lo había hecho con ella en casi todas las partes de las ruinas, no logro saber que paso, no recuerdo ni que mezcle para que todo estallara y respirásemos un humo extraño que olía a rancio, además de ser quemados por el, la protegí con mi cuerpo, la protegí porque la amaba, y no me importo que fuese mi nieta ni que ella no sintiera nada por mi y sólo respondiera con su cuerpo de manera inevitable pues yo la había enseñado a que así fuera. Cuando recupere la conciencia estaba tumbado en la cama, ella permanecía a mi lado, su cabeza apoyada en mi pecho, tenía la cara manchada de algo, y cuando me fije sus manos, sus preciosas manos, al igual que su espalda se habían quemado, y todo mí cuerpo, menos la cara que por algún motivo permanecía igual, ella fue quien me curo, e hizo todo lo necesario para sacarme adelante, tarde mucho en volver a tener piel, nadie supo de lo sucedido, ella guardo el secreto, oculto sus heridas y las mías y cargo con la culpa de todo, porque yo le dije que fue su culpa, los demás siempre tenían la culpa de mis errores, como tu bien me dijiste una vez.

Pero el dolor de las quemaduras era insoportable, y por más que me transformase en lobo no dejaba de estar quemado, ella al contrario iba mejorando, con el tiempo sólo tenía la quemadura de la espalda, que ni siquiera se notaba cuando se transformaba, supongo que fue porque mientras yo me aferre a los químicos para mi recuperación, ella lo hizo a la naturaleza, es más, son sus inventos con hierbas, los que me calman el dolor, hasta el punto de que ahora puedo escribir esta carta, aunque mi letra sea temblorosa, y me duela todo y una tos asquerosa que me hace escupir sangre me de la sensación de ahogo, por eso le he dado un límite de tiempo, si en ese tiempo, no vuelvo a ser el que era, deberá conceder mi deseo de muerte, no quiero seguir aquí, si no puedo poseer su cuerpo, ya que su corazón es algo inalcanzable.

He de decirte que no me arrepiento de nada en la vida, salvo de que ella tenga esa quemadura en su espalda, confió en que con el tiempo desaparezca.

Este es el final de mi confesión.

Nos veremos en el infierno.
Esta ligada a esta otra: Vendeta

1 comentario:

Di dijo...

lo he leido esta mañana, un poco tetríco.. pero no está mal.. lo he leido todo!!! q eso ya es pq bff..