martes, enero 09, 2007

Nínfula

Hoy FJ me ha recordado esta historia, es cortita y se la escribí de regalo para cuando se fue a Sudáfrica, este año lo mismo se va con tiburones, la gente viene y se va, cambia cuando el tiempo pasa, pero las historias se mantienen iguales, sólo cambia la forma en que las vemos…


Nínfula

Soy un hada niñera, mi trabajo consiste en cuidar de los niños mágicos y contarles a modo de cuento lo que hacen a las brujas de buen corazón, en concreto, soy el hada niñera de Naivete Onisawa, mi deber era cuidarla y luego contarle todo a su madre Kira, pero cuando se decidió que estudiaría en Salem, tuvimos una discusión y el lado perverso de Kira salió a la luz, me prohibió contarle nada a Naivete sobre lo que ella era realmente, pues considero que debía descubrirlo sola, ahora me encuentro en el papel de una simple observadora, no puedo interceder aunque lo desee, por culpa de la magia del nombre, Kira dijo mi nombre completo cuando me pidió que fuese así, y un hada queda a obligada a ello cundo una bruja se toma el trabajo de aprenderse su nombre completo, en mi caso es Unsecretoguardoparatienlomasprofundodemicorazon, para abreviar me llaman Secret.

Por ello ahora me hallo escribiendo este diario, aquí quedara plasmada la historia de como vi sin poder hacer nada, a mi dulce niña siendo convertida en nínfula.

Muchas personas desconocen la existencia de las nínfulas y estas se dividen en dos grupos, las perversas que conocen lo que son y saben como torturarte, y las peores de todas; las que en su inocencia no saben que lo son, las culpan de la locura que traen a algunos hombres, cuando son ellos las que las han convertido en nínfulas, pues únicamente lo son a sus ojos, siendo algo torturador en los dos casos. Mi pequeña brujita es de estas últimas, por lo menos por ahora y mientras yo pueda hacer que así sea…

Estaba sentada en una rama observándola dormir entre las flores, últimamente lo hacía mucho, creo que porque era lo que más le recordaba al hogar que tanto añoraba, desde donde estaba también podía ver a la loca de la cabra comiéndose las flores, mirando el lado bueno, así los jardineros no se quedarían sin trabajo.

Mis antenas comenzaron a temblar, como si sintiesen el peligro que se avecinaban ala vez que una sombra cubría el lugar donde descansaba mi pequeña, vi al dueño de esta abalanzarse sobre ella y darle suavemente en el hombro para despertarla antes de acariciarle con cariño la mejilla, se despertó lentamente mirando fijamente al hombre que aun mantenía su mano en la mejilla de ella, y ese brillo soñador apareció en sus ojos, ese que sólo diriges a una persona, y supe que mi niña estaba creciendo y ese era su primer amor, me dio pena pues en aquel momento lo creí imposible, él ya era un hombre y ella aun era niña, mi niña.

- No deberías dormir aquí.- escuche decir al hombre - Cojeras frió.

Ella sólo lo miró con sus grandes ojos, una mirada triste y llena de amor que me conmovió y me dio ganas de poder estar a su lado y darle sabios consejos, pero no era posible…

- No estés triste, que te queda mejor una sonrisa.- la despeinó y yo agradecí que fuese tan atentó, como no hacerlo si aún no le había visto hacer lo que hizo.

Una sonrisa que no le había visto antes, una de esas que sólo muestra a la persona que amas iluminó su rostro y levantándose de un saltó cogió de las manos al hombre.

- Vale, pero a cambio iremos a comer helado ¿sí o sí?- le pidió con una mirada que hacía juego con su sonrisa.

Marcharon al pueblo y yo les seguí haciéndome hada de viento para no ser vista, les vi reír y bromear, incluso vi como Djali se metía a nadar en la fuente de la plaza y como Naivete le gritaba que saliera entre las risas del hombre que le acarició la cabeza y la sonrió, en ese momento me pareció ver algo distinto en los ojos de él, pero no supe el que.

Se sentaron el uno enfrente del otro a comer sus helados, el de ella era de vainilla y él uno de pistacho, la diferencia también estaba en el del hombre iba en una especie de vaso de cartón y el de mi niña estaba sobre galleta o algo parecido.

Mis antenas volvieron a vibrar indicándome peligro, pero yo no era capaz de verlo, tarde algo en entender, lo peligroso que podía ser aquel hombre.

El ya había terminado su helado, pero ella aún lamía el suyo, pude ver la mirada de aquel hombre fija en la boca de ella, viendo como su lengua recorría la bola de helado antes de volver a esconderla dentro de su boca.

- ¿Quieres probarlo? – le ofreció mi niña inocentemente subiéndose un poco a la silla para acercárselo.

Le vi dudar un momento sus ojos iban de los labios de ella al helado y al final tomo un poco de helado, para volver a deleitarse en ver las lamidas que ella le daba recogiendo son su lengua lo que se iba derritiendo, y lo vi sonreír y sus ojos brillar de deseo cuando parte del helado la mancho la mano y en lugar de limpiarse con una servilleta lamerla como haría un animal y sonreírle después con la cara colorada por su falta de modales.

- No pasa nada.- le dijo acariciándole la mejilla otra vez y pasado los dedos por sus labios.
- Gracias.- sonrió y aún con los restos de helado en una mano le dio un beso en la mejilla.

Les vi pasear y me relaje, porque por un momento él volvía a ver a una niña o eso pensé, porque entonces ella saco un caramelo de su bolsillo y yo quise gritarle que lo guardase, mis antenas no dejaban de decirme el peligro que había y los ojos del hombre brillaban aún más.

Los labios de ella se tiñeron de rosa por el caramelo, haciéndolos más apetecibles a la vista, podía oler el deseo en aquel hombre, podía verlo en sus ojos y casi rompo mi palabra para llevarme la de ahí, para gritar a los cuatro vientos el hechizo que traería ante ella al padre que buscaba, pero no, no lo hice porque ella era feliz y no quería robarle eso, no podía, era mi niña y prefería verla sonriendo que llorando entre flores.

No pude escuchar lo que decía, me estaba mareando además si no hubiese sido por Djali habría acabado en el suelo, pero esa cabra loca me dejo descansar en su lomo, no recuerdo cuantos días había pasado viajando para llegar a donde estaba Salem, porque aparte de prohibirme intervenir había sido encerrada en un tarro para asegurarse de que no faltaba a mi palabra. Por eso cuando volví a mirar vi que era Naivete la que daba un beso en los labios de aquel hombre, con sus ojitos cerrados le dio un beso sabor a caramelo y helado de vainilla. El hombre parecía sorprendido pero no tardo en corresponderla sujetándola de la cintura, para después separarse y mirarse en silencio.

- Profesor…- la escuche murmurar.
- Shh…-le sello los labios con un dedo- aquí sólo Rowan.

Pude leer amor en los ojos de ella, y en los de él una mezcla de ese bello sentimiento y deseo, pero ójala gane el amor, pues si no mi niña sufrirá y nínfula será…

2 comentarios:

Di dijo...

bonito es... kisuuu

Magnus-sama dijo...

si, es una historia muy linda.. ^^