miércoles, enero 03, 2007

Peng Miade

Está historia la escribí para FJ, el personaje de Peng Miade es de una historia suya.

La canción de la flor artificial.


Todo empezó en uno de los suburbios de china, y todo termino ahí.

El clan Miade había sido llamado por la familia principal del “Hung Moon”, y les fue encomendada una misión, una venganza para aquellos que atentaban contra ellos. Les habló de ella, debían ir a los suburbios de la ciudad, ahí se había abierto un nuevo lugar de encuentro para ricos, un sitio donde podían dar rienda suelta a sus perversiones sin que nadie se lo tuviese en cuenta, lejos de ley alguna, o eso creían ellos…

En la memoria de la gente aún queda esa noche silenciosa, sólo rota por el sonido de la música y de los cuerpos al caer sobre el suelo bañado en su propia sangre.

Las pisadas del joven sonaban silenciosamente a cada paso que se acercaba al lugar indicado, sus ojos observaron la guardia que vigilaba la entrada de un lugar que se convertiría en una tumba para todo el que estuviese dentro. Los hombres le miraron sorprendidos al ver que llevaba una katana a la espalda, se prepararon para dispararle, pero antes si quiera de que amartillasen sus revólveres, cayeron muertos por dos cuchillos arrojadizos, que fueron arrancados sin ningún sentimiento de sus cuerpos dejando brotar la sangre de ellos. No sé molesto ni en mover los cadáveres, así dejaba claro a los que fuesen a entrar lo que les esperaba dentro si tenían el valor de hacerlo.

Nada más entrar, la música de su “ipod” se mezclo con los sonidos estridentes a todo volumen de lo que ellos llamaban música, y las los focos iban alumbrándolo todo con sus colores chillones al ritmo de ella. Al principio apartaba a la gente con movimientos rápidos y fuertes que los tiraban al suelo dejándole paso, hasta llegar al centro de la pista.

Las luces le cegaron un momento, alguien choco con él haciendo caer “ipod”, y al buscar con la mirada, sus ojos encontraron algo para lo que no había estado preparado, encima de un pequeño escenario, esperaban un grupo de jóvenes, algunas debían tener su edad y otras debían ser más jóvenes, todas tenían la mirada de animales atrapados, vestían con un camisón blanco, e iban encadenadas de pies y manos; varios hombres las custodiaban y al verlo, saltaron a atacarle, desenvaino la espada, la hoja era negra y su brillo bajo las luces hizo temblar los corazones de cuantos la vieron.

La gente gritaba, corriendo despavorida de un lado a otro intentando huir de un destino inevitable, mientras cuerpos caían inertes al suelo, algunos sobres personas todavía vivas, a pesar de que el dueño de todo aquello había dado ordenes de de pagar lo que fuese necesario a los “Hung Moon”, cuando supo de donde había salido aquel asesino sin miramientos, no importo; Miade no parecía él, sus movimientos iban completamente unidos a los de la música, la katana era una extensión de su propio cuerpo, sus ojos no diferenciaban entre la gente, todos debían morir, las mujeres que vio encadenadas habían salido corriendo en cuanto tuvieron oportunidad, pero la masa las había empujado hasta él, y cayeron ante la hoja de su espada, ninguna gritó, vieron en ella la salvación, la muerte era mejor que el destino que les habría esperado, y sus cabezas decapitadas cayeron al suelo con una sonrisa en los labios, Peng piso una de ellas cuando avanzo hasta otra de sus presas con una sonrisa sádica en el rostro.
Uno de los guardias que quedaba llego hasta donde estaba, el joven Miaede, reconoció el cuerpo desangrándose de su jefe, pero no le importó, en cambio si vertió una lágrima por las jóvenes que había ayudado a mantener cautivas, y al ver al asesino moverse al ritmo de la música y eliminar a todo cuanto se moviese a su alcance, como si valiesen menos que la basura, se dio cuenta de lo que pasaba. A duras penas logro subir al escenario, donde permanecía de pie, escuchando todo cuanto pasaba, una niña, no veía nada de aquello, pero si lo escuchaba, sin embargo no se inmutó, el hombre saltó sobre ella apartándola de una ráfaga de balas que había disparado alguien contra Peng. Costosamente se levantó tenía heridas en la cara y en un brazo pero comprobó que la niña estaba intacta, busco un lugar para esconderse esconderse, pero no había donde.

En aquel mismo escenario, había varios instrumentos, se acerco a una de las guitarras y la tomo entre sus manso, no sabía si funcionaria lo que pensaba, pero no se le ocurría nada más. Las cuerdas de la guitarra se mancharon con su sangre, mientras el le robaba unas notas que no lograron hacerse oír sobre los gritos de los pocos que quedaban vivos, los ruidos de pelea y la estridente música que aún sonaba. Pero hubo alguien que si la escucho, no la persona que él esperaba, y no con el efecto que deseaba, pero si con uno mágico.

La voz de la niña se escuchó por encima de todo, bañando la sala con ella, liberando al joven del influjo de aquella música infernal, los ojos de este se fijaron apenas unos segundos en la pequeña figura vestida de blanco que cantaba sobre el escenario, pudo ver las manchas de sangre que la cubrían, sus pies caminaron inconscientemente hasta ella, pero no llegaron muy lejos, porque de nuevo fue atacado por los pocos hombres que todavía quedaron, decidió terminar con todo aquello, había que terminar el trabajo.

Pudo ver pasar a un hombre corriendo con la niña en brazos, escuchó como la canción se alejaba de él, una canción que se grabaría para siempre en su memoria, era cruelmente hermosa.

Tras ese trabajo, la familia Miade se convirtió en una de las más temidas, y aunque Peng busco información sobre el dueño de aquella terrible canción que le había devuelto la cordura, solo descubrió, que eran flores artificiales, jóvenes sin familia o con ellas, que eran convertidas en flores para quien se las pudiera permitir, nunca más sabría de ella, pero en su “ipod” por casualidades del destino había quedado grabado toda aquella noche, gritos, dolor, muerte, el sonido de la sangre goteando, y aquella terrible canción.

No hay comentarios: