jueves, diciembre 30, 2004

Juego de dioses II

BelialOba-chan, no me olvide^-^

2.- Yggdrasil

Dos personas se preocupan por la desaparición de su hermano, buscan entre las calles de la ciudad sin mucho éxito, ya no saben donde mirar, un hombre aparece ante ellos, parece ser uno con la oscuridad, si hubiese que elegir un color para describirle seria el negro, negro como sus ropas, su pelo y quizás sus ojos, pues es imposible verlos a través de las gafas de sol que los ocultan.

- Lo que buscáis no está aquí. – Hizo saber, robándoles un escalofrió al escucharlo.
- Y tú que sabes lo que buscamos. – Respondió el mayor de los jóvenes a la defensiva, colocándose por delante de su hermano.
- Sé muchas cosas. – Decía el hombre acercándose tan rápido que ni siquiera vieron sus movimientos, era como si desapareciera para volver a aparecer a pocos milímetros de ellos, aunque quizás podía ser eso lo que hacía.

A pesar de que una parte de él le azuzaba para retroceder ante aquel acercamiento, sus pies se afianzaron con fuerza y lo miró desafiante, incluso cuando este atrapó entre sus dedos un mechón que se escapaba de su trenza, su hermano al verlo no dudo en golpear la mano del hombre para que lo soltase.

- No le toque. - Amenazó mirándole mal.
- Tranquilo fiera, no le haré nada, únicamente os he avisado para que no perdáis el tiempo. - Hablaba monótonamente con una frialdad que helaba la sangre y sin embargo les sonrió.

El joven de cabello trenzado apoyó una mano en el hombro de su hermano, indicándole que todo estaba bien, mientras decía:

- Gracias por la información, Garic.

Al escucharse el nombre del hombre se hizo el silencio, fue como si por un momento se parase el tiempo, y el silencio lo inundase todo, hasta que fue roto por el ruido de las ropas del hombre al hacer una reverencia antes de desaparecer en la nada, no sin decirle.

- Yggdrasil te mostrara el camino.

El pequeño no entendía nada y miraba interrogativamente a su hermano, este le miró tranquilizadoramente pasando una mano por su cabeza despeinándole.

- No hagas eso, ya no soy un bebe. – Se quejó evitando hacer un puchero.
- No te enfades, ahora debemos ir al “Bosque de las lágrimas”.
- No iré a ningún sitio si no me explicas lo que pasa. – Exigió cruzándose de brazos.
- Lo haré una vez estemos allí, es importante. – Le miró un momento y añadió – Si no quieres que te trate como a un niño no te comportes como tal.

Al llegar al bosque volvió a mirarle y le dijo:

- Explícate Liam.
- Todo a su tiempo.

Liam sacó de debajo de sus ropas la piedra que representaba su alma, aquella que lo identificaba como brujo, sus ojos amatistas brillaron al igual que la gema, justo antes de cortarse en un dedo con la daga que siempre llevaba, con su propia sangre dibujo en su alma un símbolo rúnico, Raido, el rojo de la sangre brillo hasta transformarse en el brillo único de la gema, el brujo cogió de la mano a su hermano antes de que el brillo lo consumiese todo para hacerlos aparecer en otro lugar.

El verde en todas sus tonalidades les rodeaba, mezclándose con el marrón de los troncos de los árboles, Beyan, el pequeño de los hermanos jamás había estado ahí, sabía que seguían en el bosque, pero no sabría decir en que lugar, al mirar hacia donde debía estar su hermano, noto que le soltaba la mano, y se dirigía con paso firme y un aire solemne que nunca le había visto hacía un árbol, permaneció de pie observándolo en silencio, no podía ver el fin de las ramas del árbol, parecían llegar más allá del cielo, y en cuanto a sus raíces, por un momento le pareció que estaban unidas a todos los árboles y que si se parecían a sus largas ramas, probablemente traspasaría el mismo infierno con ellas. Quiso preguntarle a su hermano por él, pero no fue capaz de despegar los labios al verlo abrazar el tronco, le había visto hacer eso en otras ocasiones con otros árboles, pero esta vez fue distinta, dos brazos salieron del tronco y rodearon la cintura del joven, la mano de su hermano se entrelazo con una de las del árbol, al romperse el abrazo, y según se iba separando del tronco, podía ver como de este salía un chico, la piel era del mismo color que el tronco, mientras que su pelo era del color de las hojas, sus ojos dos esmeraldas brillantes, que parecían poder ver todo, pero en realidad sólo se fijaban en Liam.

Los labios del chico se movían, pero no lograba oír lo que decía a pesar de estar cerca, pero si podía observar cada gesto que hacían, como la mano del joven de ojos verdes se posaba sobre la mejilla de su hermano en una suave caricia y este retenía la mano con dulzura y cerraba los ojos como perdiéndose en ella, con la otra mano le soltaba el largo cabello negro quedándose con la cinta que lo sujetaba en la mano, cuando se separaron, vio un asombra de tristeza en los ojos de su hermano, no entendía que pasaba allí, pero ver todo aquello le hizo sentirse como un intruso, además de tener un nudo en la boca del estomago y sentir que algo le apretaba el corazón y tiraba de él como si quisiera arracarselo.

Liam se despidió de Yggdrasil, siempre que se reencontraba con él de aquel modo sentía que le dolía el alma, se acercó a Beyan y le cogió de la mano pidiéndole que se sentase sobre la hierba pues iba a explicarse al fin.

- Beyan quiero que estés atento, porque no tenemos mucho tiempo. – Paró un momento esperando una señal de que le había entendido, cuando la tuvo siguió. – Garic no es una persona normal, aunque lo parezca, igual que pasa con nosotros, pero él esta en otro nivel, pues detrás de si siempre queda un rastro de muerte, ese es su nombre.
- Pero él...
- Él quiere que entremos en la partida, por lo que sé, parece ser que seremos las fichas de un juego que se basa en ver como actuáremos, podemos elegir entrar o no, yo entrare pienso buscar a Lucellos, antes de que le destruyan por un estupido entretenimiento.
- ¿Quien era él del árbol?

La pregunta lo cogió por sorpresa el rubor tiño sus mejillas, y la melancolía su mirada.

- Yggdrasil. – Sintió que le dolía el corazón al decir el nombre – Es el guardián y yo estoy ligado a él por lazos muy fuertes, esté donde esté, siempre encontrare el camino a él.

Beyan no dijo nada, sólo asimilaba la información recibida, en silencio, se quitó una cinta que llevaba atada la muñeca y con ella recogió de nuevo los cabellos de Liam, para depuse decirle:

- Ire contigo. – Lo que no dijo fue sus motivos, no eran sólo el de ayudar a sus hermano, algo llevaba tiempo cambiando dentro de él, algo pasaba cada vez que estaba con Liam, sabia que no era su verdadero hermano, pero se habían criado como tal, por eso le era más duro aceptar esos sentimientos.

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