domingo, marzo 25, 2007

Aullidos III

~* Capitulo III: Separados *~

He pasado tantas noches en vela que ya he perdido la cuenta, pero todas ellas merecen la pena, sólo por lo que estoy preparando, con esta poción estaremos siempre juntos, da igual la luna o el sol, no importara el tiempo.

Corro por el bosque para que la pruebes, aún no es perfecta, pero pronto lo será, no te encuentro donde siempre, me meto por otros sitios, cada vez más oscuros y peligrosos, no tengo miedo, se que si estoy en peligro, tu vas a venir por mí, tu me salvaras, confío en ti.

Al fin te encuentro, te veo en la distancia, te llamo, corro hacia a ti, y entonces los veo, a tu lado hay más animales, un ciervo y un perro inmenso, negro como la noche, te giras y me ves, estoy ahí de pie, mirando sin entender, más bien sin querer entender, te veo darme la espalda por ellos, te llamo, y me niegas.

Tras perderte vago por el bosque, vago sin ver por donde voy, me siento vacío, todo cuanto hice por ti, parece perder sentido, no logro entender que ha pasado, no creo que hiciera nada para que me dieses la espalda, no le dije a nadie sobre ti, guarde el secreto y lo guardare, pero no te perdonare esto, me has dado la espalda y quiero descubrir el motivo, saber porque me niegas de este modo.

Por pensar en ello no me doy cuenta de la trampa en que caigo, la tela de araña pegajosa apenas me deja moverme mientras sus dueñas se acercan a mi con evidentes intenciones de comerme, intento coger mi varita del bolsillo, pero sigo sin poder despegarme, grito llamando a mi único amigo, lo llamo con desesperación, y algo se rompe en mi cuando siento que una de las arañas se abalanza sin que aparezca, por suerte muerde donde llevaba la probeta y se aparta por los cristales que nos hemos clavado ambos, siento como empieza a salir sangre de la herida, pero ya no grito, si no que las miro desafiante, no pienso dejar que me coman así de fácil, sigo forcejeando para soltarme, cuando escucho pronunciar un hechizo.

- Lacarnum Inflamare. - Una voz firme, que pronuncia perfectamente cada letra en latín. Ante mis ojos veo arder varias arañas y como ese mismo fuego alumbra el rostro de mi salvador, por un momento pienso que puede ser mi lobo, pero sé que es imposible, ante mi veo el rostro aristocrático, los ojos grises y fríos, el cabello rubio perfectamente peinado sin dejar escapar un sólo pelo de la coleta que lo sujeta hacia atrás, me mira como si pudiese leer en mi, saber los motivos que me han llevado a esa situación, pero no dice nada más que otro hechizo.

- Accio Severus. - Al momento soy arrastrado por la magia ante él, mientras me sorprendo porque usase mi nombre en lugar de mi apellido, me coge en brazos, y no me deja bajarme, me carga hasta su cuarto donde me deja sobre su cama y me empieza a quitar la ropa, conozco su fama y me resisto, pero él me empuja y se ríe, dejando una mano sobre mi vientre descubierto apunta sobre la herida y vuelve a hacer uso de la magia.

- Asclepio. - La herida desaparece al momento - Severus si hubiese querido tu cuerpo hace tiempo que lo habría tenido. - Dice con una sonrisa viperina sin apartar los dedos de mi vientre y recorriéndolo con ellos.

Aparto su mano de un manotazo.

- Si quieres reírte de alguien, buscaste a otro.- Hago saber levantándome y acomodando mi ropa.
- Me parece más interesante saber que hacías en el bosque prohibido.- Señala su insignia de prefecto, aunque eso no explica que hacia él ahí.
-No es asunto tuyo.- Contesto fríamente, sé que me puede salir caro.

Voy hacia la puerta, pero se interpone cerrándola con magia, aprieto los dientes y busco mi varita, por suerte aún la tengo, pero antes de que pueda hacer uso de ella, él se ha ocupado de usar uno que me deje en ropa interior, me giro y le apunto con ella, mi ceño fruncido, estoy lo suficientemente enfadado como para hacer uso de un hechizo que no debería ni mencionar, pero lo hago de mis labios sale un crucio, nunca antes lo he usado con un ser vivo, pero siempre hay una primera vez, Malfoy lo repele con facilidad usando un escudo, nos miramos desafiantes sabiendo que ambos somos capaces de llevar eso hasta el final, para mi sorpresa baja la varita y dice:

- Ya me buscaras tú a mí. - Cuan ciertas son sus palabras sin que yo pueda saberlo en ese momento, en el que me marcho de ahí lleno de rencor hacia todos, sobretodo hacia a ti, que fuiste mi amigo y me dejaste solo.

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