domingo, marzo 25, 2007

Aullidos V

~* Capitulo V: Dolor *~

En mi perdida de conciencia, mis sueños fueron intranquilos, el recuerdo de mi padre borracho, apestando a alcohol mientras grita y golpea a mi madre, que aguanta los golpes mientras me dice que me esconda, y yo lo hago, cobardemente me escondo en el bosque, tapo mis oídos fuertemente no queriendo escuchar, pero escucho el aullido del lobo y al levantar la vista veo a la luna burlona, al lobo que primero parece mi amigo, y al transformares en humano me ataca, grito su nombre, como si con ello pudiese evitarlo, y entonces me despierto en la enfermería, me duele todo el cuerpo y la fiebre me trae el delirio, intento levantarme de la cama, pero unas manos fuertes me retienen, hacen que me acueste de nuevo, y apartan con cuidado el cabello pegado a mi frente sudada, antes de ponerme compresas de agua fría, me vuelvo a dormir, cuando escucho una voz susurrante diciendo:

- Tranquilo, ya paso.

No se cuanto tiempo duermo, pero cuando vuelvo a despertarme, estoy en la enfermería, a mi lado, sosteniendo mi mano firmemente esta Lucius, en su rostro se ven las huellas de la preocupación y el cansancio, me vasta verle, para saber que todo a sido real, alguien como él no se comportaría así por una simple pesadilla, aunque sigue pareciendo un príncipe.

- Despertaste.- Afirma al sentir mi mirada. - Has pasado la noche entera con fiebre, - Se acomoda en la butaca y posando una de sus manos grácil mente sobre mi frente. - me alegra ver que te ha bajado.

Aparto la mano que me sostiene y le doy un manotazo en la que ha puesto en mi frente.

- No me toques.- Digo con firmeza, demostrando el asco que siento en mi voz.

Me siento sucio y maloliente, a pesar de que han limpiado de mi todo rastro de sangre, pero no quiero que me toquen, no ahora que soy un sucio licántropo, intento apartarme de él, no quiero que alguien que ha sido tan bueno se ensucie por mi culpa.

No hace caso de mi deseo, si no que me obliga a mirarle, me sujeta del mentón con firmeza, y me besa, un beso distinto a los que nos habíamos dado hasta ahora, un beso que no tenia nada de juego, aunque no dejaba de ser una provocación, una tentación que deja claro, que yo no era su nuevo capricho, ni el cachorrillo que había pedido para navidad y del que se olvidaría después de vacaciones, o la escoba nueva que hubiese salido y que desecharía en cuanto hubiese algo mejor. Un beso que me hace gemir de placer antes de que me de cuenta, mientras me abrazo a él y acaricio sus cabellos olvidándome de que estamos en la enfermería del colegio. Mientras dejo que sus manos expertas sujeten mi cabeza ya no con fuerza, si no con una delicadeza que nadie a usado nunca jamás conmigo.

- Te tocare cuanto quiera.- Me espeta al romper el beso, con su respiración entremezclándose con la mía.

Sólo con ese detalle logra que me sienta de nuevo como antes, que olvide lo que soy ahora.

- No pienso dejar que escribas mi nombre en tu lista de conquistas.- Bromeo antes de mirarle a esos ojos como océanos de hielo y decirle. - Siento lo de tu bufanda.
- Yo más, era una bufanda exclusiva, tejida por... olvídalo, siempre puedo comprarme otra mejor. - Sonríe cínicamente. - Me gustaría que me contases lo ocurrido la otra noche.

Su voz deja claro que no es una petición, más bien una orden, como todo cuanto dice fríamente, no se lo tengo en cuenta, es más, llevo mi mano a los vendajes que hay alrededor de mi pecho y mi hombro, y los retiro, no hace nada por impedírmelo, me habría gustado que lo hubiese hecho, sobre mi hombro hay una gasa, también la quito y dejo ver la marca que me ha quedado y que cuando desaparezca, no se marchara para siempre, su maldición me perseguiría eternamente. Lucius la observa en silencio y yo contengo la respiración esperando su reacción, estoy seguro de que me despreciaría, un pura sangre como él, no iba a aceptar en su circulo de amistades al monstruo en el que me han convertido en contra de mi voluntad, pasa sus dedos por las marcas de los dientes, deteniéndose en donde la herida es más profunda, los colmillos, sin dudar sale de ahí como alma que lleva el diablo, pega un portazo y me siento el ser más miserable del mundo. No digo nada, siento que me lo merezco.

Madame Ponfrey aparece con una sonrisa compasiva, no me regaña por haberme quitado el vendaje y vuelve a ponerlo con manos expertas, recordándome que no debo quitarlo de nuevo, podría infectarse, no me importa, prefería estar muerto.

Dumbledore entra justo cuando me traen el desayuno, nos dejan a solas, es evidente que quiere hablar conmigo, el tiene su parte de culpa en lo que me ha pasado, sabia lo de Lupin, no necesito preguntárselo, su mirada le delata, además, es el director, cómo no iba a saberlo.

- Severus, lo que te ha pasado, es una gran desgracia. - Me dice algo que no necesito que me recuerden- tu vida va a cambiar para siempre.
- ¿Remus Lupin ira a Azkaban? - Pregunto inquisitivo, se que no va a cambiar mi situación, pero al menos pagara el daño que me ha causado, gracias a él, mi vida no vale nada.

Dumbledore me mira como si todos los años que tiene hubiesen caído sobre él de golpe, es una imagen que se va a repetir mucho en el futuro que nos espera.

- Veras Severus, cuando somos jóvenes cometemos muchos errores, por ejemplo cuando estaba en cuarto año, queme las cortinas de mi habitación porque las odiaba.
- Que te muerda un licántropo no es lo mismo que quemar unas cortinas. - Iinterrumpo de forma cortante.
- Lo sé. - Afirma con tristeza. - Lo que trato de decirte, es que esto quedara en secreto, por el bien de los dos.
- Acaso porque sea un secreto voy a dejar de convertirme la próxima luna llena, que yo sepa el único que se salvara de algo será el.- Dejo clara mi opinión en el asunto, quiero que pague.

Se sienta en la butaca que hace apenas unos minutos ocupo Lucius, parece cansando, no me importa, nunca entenderá lo que siento, continua hablándome.

- No sólo Remus se salvara de ir Azkaban. Además tu no tendrás que informar a las autoridades sobre tu nuevo estado, Popy yo guardaremos tu secreto. - Su voz era solemne, como si estuviese haciéndome un juramento, se que puedo confiar en él.
- Entiendo, pero eso no cambia nada, nunca le perdonare.- Afirmo tumbándome en la cama, haciendo creer que voy a dormir, no quiero hablar más de ello, diga lo que diga, Lupin se salvara.
- Nunca es mucho tiempo, y nadie sabe lo que el tiempo puede cambiar. - Le escucho decir antes de salir de la enfermería.

Mis sueños vuelven ha ser intranquilos, lo vivido se mezcla con mis peores miedos torturándome y haciéndome despertar sudando, intento recuperar la respiración como si acabase de correr hasta el limite de mis fuerzas.

- Será mejor que bebas algo.- Escucho una voz a mi lado, me giro y veo a uno de los amigos de Lupin, su mera presencia me molesta, pero no parece darse cuenta, si no que me ofrece el vaso de zumo que venia con mi desayuno olvidado, me lo tomo de un trago, pero me quedo con sed, le miro esperando que me diga a que ha venido, parece comprender un poco tarde que me molesta, o al menos eso demuestra su cara de golpe sonrojada y su tartamudeo.

- Bue...bue..bueno, y sólo....sólo quería devolverte esto.- Me extiende una bufanda de mi casa, la reconozco enseguida, es la que me dejo Lucius.
- Gracias.- Digo cogiéndola y abrazándola sin darme cuenta.
- Quería disculparme por lo que paso, Sirius se pasó, si no llega a ir James, tu podrías... - Empieza a decir a media voz, le miro antes de que acabe, no quiero ni que diga lo que soy. - ... lo que quiero decir, es que podrías haber muerto. - Termina al fin la frase y siento un gran alivio.
- Gracias por preocuparte Petriweit. - Se lo agradezco de corazón doy gracias también por acordarme de su nombre.

Después de eso, pasamos un tiempo hablando, me doy cuenta de que no es mal tipo, es sólo que vive a la sombra de sus amigos, he quedado de ayudarle con pociones, no quiere sacar mala nota en el TIMO.

Justo cuando se va, aparece Lupin, su mera presencia hace que el ambiente se vuelva tenso.

- Quiero hablar contigo.- Anuncia acercándose sin esperar mi respuesta, que evidentemente es una negativa.
- ¿Cómo te atreves? - Digo al ver que se para a mi lado. - Después de lo que me has hecho. -Por poco le grito que ahora somos iguales, pero me callo, aprieto los labios y me muerdo la lengua, siempre pensé que si hacia algo así seria como probar el veneno de una serpiente.
- Severus yo...- Empieza su disculpa, una disculpa que no quiero, aunque se ve que después de lo que me ha hecho tenemos la suficiente confianza para llamarnos por nuestros nombres, que curioso.
- Déjale solo, no es el momento. - Dice una voz que siempre consigue atraer mí atención, seguramente porque como ahora habla con sensatez, ante mi esta el profesor de pociones y de defensa contra las artes oscuras, no sólo eso, si no que es el jefe de mi casa, acompaña a Lupin hasta la puerta, y cuando escucho que esta se cierra, me echo a llorar abrazado a la bufanda de Lucius, ahora no tengo un futuro, por mucho que sea un secreto, no es algo que me permita hacer todo cuanto había planeado.

Siento que alguien me abraza y al mirar quien es, me encuentro en los brazos mi maestro, me dejo abrazar y lloro desconsolado.

- Llora, es mejor que no te quedes nada dentro. - Me dice acariciándome la espalda y dándome un beso en la cabeza.

No me doy cuenta de que no estamos solos, hasta que me encuentro entre esos dos hombres, Lucius me besa en los labios igual que antes y al separarnos dice:

- No te aproveches, es mío.

El profesor se ríe y me besa también, su forma de besar es más profunda que la de Lucius, no sé porque no me resisto, seguramente sea porque necesito saber que alguien me quiere.

- Severus, no te sientas mal por lo que eres, disfrútalo, porque pienso enseñarte como ser un autentico licano, además, así podrás perfeccionar tu poción. - Habla el maestro mientras las manos ágiles y diestras de Lucius se encargan de quitarme el pijama que me ha puesto madame Ponfrey y llena de besos mi piel, el maestro sonríe, una sonrisa que me hace entender que no soy el único licano ahí, y me dejo llevar, creo que a su lado me convertiré en una autentica fiera, ellos ya lo son.

No me importa si devoran mi cuerpo entre los dos, mi alma ya fue devorada por Remus Lupin.

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