jueves, julio 07, 2005

Juego de dioses III

Abuelitaaa aun me acuerdo.

3.- Sueños

Estaba en un lugar oscuro, caminaba buscando algo, no sabía el que, sólo que era importante, cuando vio luz a lo lejos, corrió hacia ella y pudo ver una imagen que le desgarró el corazón, su amado colgaba de los brazos por fuertes cadenas, sus pies no tocaban el suelo, y su piel era recorrida por la sangre que manaba de las heridas abiertas. Intentó llegar a él, con toda la fuerza de su ser, pero se encontró con que estaba rodeado por espinos, se clavaron en su carne, un dolor inigualable le recorría, pero siguió caminando, siguió esforzándose en llegar, sin importar cuanto dolor le causara, y cuando al fin creyó que podía salvarle se encontró solo, nada a su alrededor, salvo la oscuridad. Lo llamó a gritos, tan desgarradores que parecían estar arrancándole el alma, y de la oscuridad surgió su respuesta, ante él estaba el señor de los muertos.

- Si no quieres que le pase esto, serás tú el que deba ocupar su lugar. – Dijo con una voz que le helaba la sangre.

Despertó sudado, la respiración le faltaba pero no pudo más que buscar con los ojos a la persona por quien debía cambiarse, allí estaba, sujetándole la mano, diciéndole que todo saldría bien, que no era más que un sueño, que lo olvidara, que no hiciera caso, pero como olvidarlo, como olvidar algo que parecía tan real, creyó que lo había perdido para siempre.

- Tranquilo, estoy aquí. – Decía viendo lo nervioso que estaba.

Se abrazo a él con fuerza, llorando como un niño, mientras le decía entre sollozos:

- No me dejes, no te separes de mí.
- Eso nunca. – Respondió apartándolo para mirarle a los ojos, con sus labios limpio las lágrimas. – Estaré contigo hasta que la muerte me lleve. – Esta última frase le hizo tener la sensación de que aquello que había olvidado volvería para arrebatarle la felicidad que había encontrado.

Al escuchar lo último, Isao se abrazo a él con más fuerza, tenia miedo de que su sueño se cumpliese, pero gracias a los cuidados del otro chico volvió a dormirse, esta vez fue un sueño tranquilo.

A su alrededor había tanta blancura que le cegaba los ojos, le costaba mucho mantenerlos abiertos, pero se esforzó en hacerlo, porque a lo lejos escuchaba llorar a la persona que lo era todo para él, no lograba encontrarlo en aquella blancura. Un grito desgarrador llego a sus oídos, no necesitaba ver para saber de donde venia, su corazón le indico el camino, corrió hasta allí, y vio a su amor morir, lo vio morir mil veces sin poder hacer nada para evitarlo, un dolor tan grande recorría su ser que creyó que se iba a romper en mil pedazos, aunque poco importaba porque su corazón había quedado así, ahora que volvía a estar solo. Sentía como si unos dedos hurgasen en su interior arrebatándole recuerdos, sentimientos, todo cuanto le quedaba, quiso impedirlo, pero no podía hacer nada, no lograba que su cuerpo obedeciese sus ordenes, y así cuando era menos que un vegetal, que sólo podía observar aquella blancura aterradora, apareció ante él, el causante de que Morfeo le regalase aquella pesadilla tan real.

- Volvemos a vernos, si no deseas que esto pase y que muera creyendo que tú le engañaste, te recomiendo que cumplas tu última misión Lucellos. – Lo dijo mirándole fijamente desde lo alto, como si fuese una pequeña hormiga.

El nombre de Lucellos resonó en el lugar, el blanco fue engullido por la oscuridad, recupero la movilidad y su voz volvió a él.

- No te atrevas a herirle. – Su tono de voz dejaba claro que era una amenaza.
- Tranquilo, serás tú, la culpa de su dolor, si no cumples. – Sonrió antes de desaparecer.

Despertó intranquilo pero se relajo al sentir a Isao apoyado en su pecho, le miró fijamente, con dulzura, había amor en su mirada, pero ahora también estaban los recuerdos, y temía que lo que le había dicho Garic se cumpliese, le beso en la frente, sellando con ello una promesa silenciosa:
“Por ti daré mi vida, si con ello tu puedes ser feliz.”

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