miércoles, julio 13, 2005

¿Y mi mamá?


Llega un momento en la vida de todo padre, en el que hay que enfrentarse a las preguntas de los niños, en el caso de Belial, se veía obligado a explicarle a su hijo algo para lo que no estaba preparado, normalmente eludía la pregunta, pero ese día, nada de lo que hizo funciono.

- ¿Y mi mamá?- pregunto el niño mirándole fijamente.
- ¿Quieres un poco de chocolate?
- ¿Y mi mamá?- repitió insistiendo.

Cogió aire y le contestó:

- Si eres capaz de permanecer despierto hasta la hora bruja, te contestare.
-¿cuál es la hora bruja? - preguntó jugando con las orejas de su oveja de peluche.
- Para estar despierto a esa hora, no necesitas que te lo diga.- le respondió confiando en que no aguantaría.

Cuando llego la hora, Belial iba perfectamente arreglado, el pelo recogido con una cinta negra, un abrigo largo del mismo color, y unos pantalones también negros, la única nota de color que llevaba era una camiseta de cuello alto azul marino. Se acercó al sofá donde estaba Liam y le preguntó:

- ¿Estas dormido?
- No, no toy dormido ¿Y mi mamá?- le decía con voz adormilada y los ojos que se le cerraban.

Sonrió al niño y lo cogió en brazos, dándole un beso en la frente.

- Tenemos que ir a un sitio, ahí te lo explicare todo. ¿Vale?
- Chi.- respondió sin poder aguantarse un bostezo.

Por el camino en los túneles, dejó que el niño se durmiese, estaba orgullos de él, por haber aguantado despierto, por querer saber de su madre, hasta ahora había evitado hablarle de Nithael, no quería confundirlo, pero esa muestra de cabezonería, le había encantado, aguantar hasta esas horas, con 4 añitos, tenía su merito, cuando llegaron al lago saludo a la estatua y antes de despertar al niño le dijo:

- El ángel que hizo tu estatua, me lo entrego, quiero pensar que es nuestro hijo, el que habríamos podido tener si no estuvieses muerto, se llama Lianel, hice el nombre con las letras de los nuestros, ahora te lo voy a presentar. - Tras decir eso, despertó al pequeño - Liam, liam, no querías saber lo de tu mama.

Amodorrado, y bostezando asintió.

- Mira, ves la estatua que hay en el lago.
- Es bonita.
- Es tu madre, bueno, así era ella.
- ¿Mi mamá era un ángel?- pregunto sorprendido mirando las alas de la estatua.
- Sí, y muy bueno
- ¿Me quería?
- Mucho.
- ¿Y a ti?
- Mucho.
- ¿Si nos quería por qué se fue? - le preguntaba sin entender el dolor que esas preguntas causaban.
- Él no quería dejarnos, no pudo evitarlo.
- No entiendo.- decía haciendo un puchero.
- No importa.- lo volvió a coger en brazos- no importa.
- Le hice un regalo ¿se lo puedo dar?
- Claro.

Liam le enseñó una corona de flores, la había hecho en lo que intentaba no dormirse, rosas rojas y negras se entremezclaban en ella.

- ¿Me aupas? - le pidió levantando los brazos.

Al momento Belial se mantenía sobre el agua, dejando que el niño en sus brazos colocase la corona sobre la estatua.

- Esta fría.- dijo una vez la hubo puesto frotándose las manitas.

Su padre rió por el gesto.

- Es normal, esta hecha de hielo.
- ¿Podré volver a verla? - preguntó mirándole fijamente - quiero enseñarle mis dibujos, y presentarle a mi oveja, que me la he dejado en casa. Además, además, la próxima vez quiero venir tan apo como tu.
- Claro, pero sólo si te portas bien.
- Vale- respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

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