domingo, julio 10, 2005

Juego de dioses IV



4.- Entender

El mundo al que les había mandado Yggdrasil no era muy distinto del suyo, además no les costaba nada ocultar su naturaleza, porque a fin de cuentas eso era algo que les habían enseñado a hacer desde la más tierna infancia, para así poder vivir entre mortales sin ser quemados en la hoguera acusados de brujería o a saber que otra tontería.

Beyan tuvo que sostener a Liam cuando este casi se desmaya en mitad de la calle, buscó un banco y se sentó allí con él, esperando a que estuviese mejor, para quitarle importancia al asunto, empezó a hablar, por hablar.

- Me pregunto que estarán haciendo nuestros padres, y cuantas veces habrá tenido que regañar mamá a papá, seguro que muchas. Aún recuerdo aquel día que fuimos a comer todos juntos a un restaurante carísimo y como nos encontramos con el tío Rass y dijo que no tendríamos que preocuparnos por la cuenta se le ocurrió la gran idea de pedir el doble de todo mientras mamá estaba en el baño, y le cayo una regañina tan buena que la gente creyó que era un espectáculo montado por el local. También recuerdo cuando no podía dormir y me iba a la cama contigo, y después venia Lucellos, pero en el momento en que empezó con ese trabajo dejo de jugar conmigo, en cambio tú, siempre tienes tiempo para mí. – Lo miró fijamente cuando dijo eso.
- Será porque yo sólo ayudo en la cafetería de vez en cuando, mamá se ocupa de todo.
- Qué dices, también te haces cargo de las plantas. – Respondió intentando hacer ver que hacía más cosas.
- Pero eso no me cuesta nada, – Sonrió – para mi estar rodeado de plantas es lo mejor que hay.

A Beyan le pareció que cuando más guapo estaba Liam, era cuando estaba rodeado por plantas o cuando hablaba de ellas, estaba tan ensimismado mirándole que no se enteró de lo que le decían.

- ¿Beyan? ¿Beyan? – Le llamaba preocupado, que le había dado para quedarse con esa cara de bobo y ese aire de estar soñando despierto, pensó justo antes de darle un coscorrón.
- Liam. – Fijo los ojos en él, sin importar el golpe que le había dado, porque ahora estaba demasiado ocupado por mantenerse tranquilo, a pesar de que las manos le sudaban, su estomago parecía tener vida propia, y el corazón se le encogía. – ¿Estas enamorado de Yggdrasil? – Necesitaba respuesta para esa pregunta, llevaba rondándole desde que los vio juntos, desde la primera vez que escuchó como hablaba de él.

La pregunta le cogió tan de sorpresa que no sabía que decir, además al mirar a los ojos de Beyan, entendió que no podría evitarla, trago saliva y miró al cielo azul con sombras grises.

- No creo que enamorado sea la manera de decirlo, para mi es muy importante, y es cierto que tengo sentimientos muy fuertes hacia él, pero ya no le amo, no como cuando era un niño, el fue mi primer y único amor. – No aparto la vista del cielo, ni miró la expresión de dolor que se iba dibujando en el chico.

Escuchó atentamente cada palabra que dijo, le dolió escuchar que tenía sentimientos muy fuertes hacia él, ver que en cierto modo su hermano sufría por un amor que seguramente fue imposible, darse cuenta de que quizás era por eso que Liam nunca había estado con nadie, sería verdad lo que decía su padre de que únicamente hay un gran amor en la vida y que no hay nada peor que perderlo, porque entonces hierras por el mundo buscándolo, añorándolo, y ahora él se daba cuenta de que todo el tiempo lo había tenido al lado, el problema era que no sabía si era correspondido, si su amor era de verdad, algo más que un simple capricho infantil, conseguiría que fuese un amor tan fuerte, tan bonito, tan dulce y en ocasiones tan cruel como el de sus padres, se dijo antes de coger de la mano a Liam, y entrelazar sus dedos con los de él, mientras se decía a si mismo, que lo conseguiría.

Sintió la mano de Beyan sobre la suya y como entrelazaba sus dedos con los suyos, le dejo, se sentía bien así, no hizo falta girarse para sonreírle, de siempre había tenido cierto entendimiento con él, pero en aquel momento, lo que mas necesitaba, aparte de saber que no estaba solo, era sentirse querido, los recuerdos de Yggdrasil le hacían daño, y se preguntó si algún día tendría a alguien como se tenían Belial y Nithael. Sintió que se le salían las lágrimas, y no podía explicar por qué, por eso, se abrazo a Beyan, diciéndole:

- Sólo será un momento, en seguida se me pasa. – Por su cabeza pasaba otro pensamiento. “Déjame abrazarte ahora que estas a mi lado, porque pronto encontraras a tu otra mitad y volveré a estar solo.”

Aunque el abrazo había sido algo inesperado, reacciono enseguida, sintió la calidez de las lágrimas, caer y también, el aroma que desprendía el pelo de Liam, le acarició los cabellos y la espalda con cariño, dándole a entender que no importa, mientras sonreía para si mismo. Pronto entendería, que ya no estaría solo….

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