domingo, julio 10, 2005

Juego de dioses V

5.- Respuestas

Plumas, plumas negras a su alrededor un abrazo intenso, se siente tan bien cuando estas en los brazos de la persona que amas, es como si un ángel te cubriese con sus alas, piensa mientras se despierta lentamente, quiere que esa sensación dure, dure todo lo que pueda, porque al abrir los ojos la sensación será engullida por la oscuridad, y todo el amor que sienten no podrá quitar la sombra de que el tiempo juntos se agota, pronto tendrá que decidir si por amor será capaz de dar la vida por él, una cosa es decirlo y otra muy distinta hacerlo.

- Isao, Isao. – Repite su nombre con amor, mientras le llena de besos. – No me dejes. –Le pide antes de darle un beso en los labios.
- Eso nunca, pero sabes que he de irme a clase, no puedo faltar más, o me veo eternamente en la uni, además si mis padres se enteran estaré en un buen lió, así que se bueno y esperame, sólo serán 3 horas, después volveré a ser sólo tuyo. – Dice abrazándole, él tampoco quiere dejarle, no quiere irse, el miedo de volver y que el sueño sea realidad no le ha dejado ni un instante.
- Esta bien, entonces iré a recogerte a la salida. – Propone, pues el también tiene miedo, no quería que mientras estuviesen separados, la muerte traicionera se lo arrebatase.

Ambos se separan, les duele hacerlo, y se alejan el uno del otro, aunque sólo sus cuerpos, sus almas llevan unidas mucho tiempo, incluso desde antes de conocerse, no hay marcha atrás, su destino esta ligado, pero no saben que alguien juega con ellos, son fichas en un tablero, la partida pronto llegara a su fin y el desenlace sea cual sea, seguramente traiga el dolor.

De camino a sus clases, se encuentra con una pareja extraña, o al menos eso le parece a él, un joven de belleza angelical, que camina de la mano con de un adolescente de rasgos parecidos a los de su amado, tan parecidos que podrían ser hermanos se dice, y por un momento siente celos de que ellos caminen por la calle de la mano intercambiando miradas y sonrisas, mientras él tiene que hacerlo solo. Sus miradas se cruzan apenas un instante, y cree ver un brillo parecido al de los ojos del chico al que extraña, quizás si sean hermanos se dice, pero si hablara, si les preguntara por el chico que nada recuerda y que se convirtió en su vida, es muy probable que lo arrebaten de su lado, así que sale corriendo como si le estuviesen persiguiendo, no quiere perderle.

- ¿Lo sientes? – Pregunta Liam a Beyan.
- Sí, huele como mi hermano. – Responde mirando hacía el chico que ha salido corriendo – Aunque hay algo más, algo en el ambiente que no se como explicar.

El mayor asiente, y tras acercarlo a él, habla al que se oculta y observa:

- Deja de jugar con nosotros, no permitiré que hieras a mi familia.
- Lianel Sángrela, – Uso su verdadero nombre, mostrándole con eso el poder que tenia –
hijo de un ángel caído y una bruja soberbia, crees que podrás detener esta partida, antes de que acabe con un trágico final, alguien tiene que morir, y no podrás evitarlo. –
Responde una voz salida de ultratumba, allí no hay nadie y las palabras llegan directamente a la mente de los jóvenes, como si gritasen dentro de su cabeza, se sujetan fuertemente las manos, hasta que la sensación de estar siendo vigilados, la de la presencia de la muerte desaparece.

Miran hacía el lugar por donde desapareció el otro chico, caminan hacía él, tienen que pararlo antes de que la amenaza se cumpla, por suerte para ellos, no ha ido muy lejos, las pocas plantas que encuentran les guían, y se preparan a esperar sentados sobre el muro que separa el campus universitario de la ciudad, si ese chico sabe donde esta su hermano tendrá que hablar, aunque tengan que forzarle, si hace falta torturarle, estarán preparados por algo son hijos de su padre.

Apenas ha pasado unas horas, cuando a lo lejos ven una figura reconocible, Beyan salta del muro para correr hacía él, y este se deja abrazar, pues hace tiempo que sabe quien es, aunque no lo haya dicho. Por su parte Liam, se concentra, las pocas plantas que allí hay reaccionan a sus deseos, y los tres chicos son llevados a un lugar a parte donde podrán hablar en privado.

- ¿Qué hacéis aquí? – Les pregunta temiendo que sepan lo que pasa.
- Venimos a llevarte a casa. – Responde su hermano mayor.
- No me mire. – Habla con firmeza y convicción, sorprendiendo a sus hermanos con tal decisión.
- Lu tienes que venir, la muerte te esta buscando, si nos vamos, seguramente papá sabrá que hacer y mamá también. – Le pide el pequeño preocupado, sabe lo que se están jugando.
- Espera Beyan, déjale que se explique, es por un humano ¿verdad? – Por respuesta solo un movimiento con la cabeza, no le sorprende que Liam lo sepa. – ¿Lo amas?
- Sí. – Responde sin dudarlo un instante – Por eso os pido que me dejéis, si sabes lo que es amar, dejarme aquí, he de protegerlo, o le mataran por mi culpa.
- Pero tú… – Empieza a decir Beyan, pero Liam pone una mano delante de él, indicándole que pare.
- Lucellos, sabes que están jugando con nosotros, quieren que toméis la decisión de quien a de morir por amor, es como poneros aprueba, no tenéis escapatoria realmente, pero para entrar en un juego así tienes que haber hecho algo que les allá puesto en tu contra.
- Me pidieron que juzgara a uno de mis padres y me negué. – Les responde cogiendo aire.
- Pero que ha hecho papá para que le juzguen, seguro que hizo algo…

Lucellos niega con la cabeza, si hubiese sido a Belial, habría entendido que algo había, pero lo que le pidieron, no podía hacerlo, aunque sabía de sobra que por Belial también se habría negado.

- Me pidieron que juzgase a mamá, al ángel Nithael que se dejo corromper por amor, pero yo no podía, no pude hacerlo, porque siempre he admirado el amor de mis padres y aunque no fuese así, como matarlos con todo lo que les quiero, con todo lo que han hecho por mi. Me negué y me dijeron que me juzgase a mi mismo, debía morir, pero la muerte no vino por mi, intente suicidarme, pero sólo perdí la memoria y conocí a Isao, es lo más importante para mi, no quiero que le pase nada, por eso os pido que volváis a casa, que olvidéis todo lo que os he contado y me dejéis luchar por que él viva, si he de morir por él, no me importa.

El sonido de la mano golpeándole resonó en todo el lugar, Liam le había pegado por primera vez en toda su vida, jamás le había levantado la mano ni siquiera cuando era niño, incluso Beyan, que siempre había entendido todas las reacciones de este, se sorprendió.

- Eres un estupido, cuando amas a alguien lo peor que puedes hacer es elegir la muerte para salvarle, le condenas a vivir sin la persona que ama, con la culpa de tu muerte, así que será mejor que busques otra forma de evitarlo. – Su voz sonaba llena de dolor mientras apretaba los puños.

- ¿Pero que puedo hacer? – Preguntaba al borde del llanto por la desesperación.

- Enfrentarte junto a él a la muerte, cuéntale la verdad, dile quien eres, si de verdad te ama lo entenderá. – Respondió Beyan mirando fijamente a Liam, pues siempre había querido que le contase todo aquello que callaba.

Les miró sonriendo, una sonrisa que no pegaba con su mirada llena de pena por los acontecimientos que se avecinaban, se abrazo a ellos, y les dijo:

- Pase lo que pase, gracias por haber venido, pero no os involucréis más, no quiero que vosotros salgáis mal, ya me siento lo suficiente mal por lo de Isao, además Beyan aún tienes que dar tu primer beso. – Bromeo haciendo que se le subieran los colores al mencionado. – No te enfades, me has enseñado algo importante.

Se despidió de ambos, dándoles un beso en la frente, y deseándoles suerte, pero era mejor que volviesen a casa.

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