viernes, enero 06, 2006

Historia de un gato

Primero ir al baño, un poco de agua y una falsa sonrisa, sin embargo como siempre que me veo en el espejo, veo la misma imagen, la del gato abandonado, no logro quitármela de la cabeza, son mis ojos, mis ojos los que me la recuerdan, mi mirada triste, como odio los espejos, como me odio a mismo por ser tan débil, por un momento tengo la tentación de romperlo, pero por más espejos que ropa, nada va a cambiar.
Aunque intento olvidarlo, ese recuerdo me persigue, caminando por las calles ocultando mis lágrimas por la lluvia que empapaba mi ser limpiándolo de todo el mal que deja siempre a su paso, da igual cuanto bien quiera hacer, no importa los buenos sentimientos que yo pueda tener, sólo hago daño a los demás y a mi mismo al verlos sufrir por mi culpa. Sin querer me pasa algo tan usual que no puedo creer el daño que puede llegar a ocasionar, tropiezo y me caigo, me levanto sacudiendo la ropa manchada de agua sucia, ahora realmente pega más con mi ser, tengo las manos y la cara arañada, las rodillas también y el pantalón se me ha roto, una mujer se para ayudarme, me ofrece un pañuelo y refugio bajo su enorme paraguas, pero sus palabras se clavan en mi ser como las gotas de lluvia, como el viento que me azota y la humedad que penetra en mis huesos.
“Pareces un gato abandonado”
Le doy las gracias y corro alejándome de ella, no quiero su compasión, ni la de ella ni la de nadie, pero desde ese día un aparte de mi ser me grita diciéndomelo a cada segundo, un aparte de mi ser, me recuerda que esas palabras eran ciertas.
Alguien que creía mi amigo se aprovecha de mi confianza, haciendo más profundas las heridas de mi alma, intento contarlo, intento decírselo a los adultos, ellos no escuchan y los que escuchan me dicen que lo olvide, pero duele, duele tanto que me juro a mi mismo no enamorarme jamás, pues se que nadie podrá amar aun ser como yo, nunca pensé que fuese una promesa que no pudiese cumplir, pero ahora he de aguantar, de evitar que mis labios me traicionen y confiesen al completo mis sentimientos, no importa si yo sufro, mientras los que me importan estén bien, no importa si mis sueños se rompen, porque se que no me los merezco...
Yo sólo soy un gato abandonado que intenta agradecer el cariño que le dieron, aun cuando sabe que no se lo merece.

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