domingo, julio 10, 2005

Juego de dioses IX

9.- Amor

En el bosque de las lágrimas, las cosas son distintas, Liam se recupera poco a poco de la energía gastada, las plantas parecen ayudarle a ello, pero Beyan tiene claro que necesita hablar con él, necesita saber algo ahora, aunque después tenga que esperar mucho tiempo hasta que se de cuenta de que él ya es un hombre.

- ¿Alguna vez has amado a alguien?
- Ya te lo dije a Yggdrasil, pero era muy pequeño, tenía 12, 13 años, y apenas duro, además, yo le mate con mis propias manos. – Explicó con una expresión de dolor en su rostro.

Al escucharle se giró para mirarle, no podía imaginarselo.

- No me lo creo, pero si tu nunca matas a nadie.
- Eso es ahora, después de manchar mis manos con la sangre de la persona que amaba no he vuelto a matar a nadie.
- Pero tu, no es posible, tenias que tener un buen motivo. – Decía defendiéndole de si mismo, necesitaba creerlo.

Le sonrió tristemente acariciándole el pelo mientras negaba con la cabeza, cogió aire y cerro los ojos, veía claramente todos los acontecimientos del pasado.

- Estallo una guerra por el poder, dos reinos se peleaban por el territorio, más bien, el reino de Kurai defendía lo que era suyo, y entre las personas que luchaban al servicio del emperador de ese país, estaba él, era el “Maestro de armas”, condenado por una maldición que se iba pasando de maestro a discípulo, cuando la guerra llego a su fin, me pidió que lo liberara de esa carga y que no permitiese que le pasase a nadie más, me dijo que si de verdad lo quería haría eso por él, así que cogí la daga, la misma que llevo siempre al cinto, y lo mate, mis manos están manchadas por su sangre, no puedo olvidar como se iba enfriando su cuerpo, como perdía el brillo de sus ojos, no puedo olvidar que lo mate yo. – Las lágrimas luchaban por salir, y él no quería ser visto así, se cubrió el rostro con las manos, por sus dedos se escaparon las lágrimas que quiso ocultar.

Beyan se arrepintió de haberle preguntado, de haberse metido en esa parte de su pasado del que nunca se hablaba, sabía que sus padres lo conocían, del mismo modo que sabía que Liam había sido adoptado por su padre, pero aquella historia le traía tanto dolor reflejado en sus ojos, en la voz que se le partía al ir hablando, que sólo de escucharle o simplemente de mirarle en ese estado, no podía evitar llorar él también y desear poder ayudarle a llevar ese peso del que no podía liberarle.

Entre sus sollozos escuchó los del más pequeño, y al apartar las manos para mirarlo, no pudo evitar abrazarle como cuando era pequeño y lloraba porque se había raspado las rodillas, o le habían regañado. Recorrió con sus labios los lugares por los que habían pasado las lágrimas dándole pequeños besos, para después darle un largo, suave y dulce beso en los labios.

Sintió los labios de Liam sobre sus mejillas y poco después como se juntaban con los suyos, un beso tan dulce como las natillas que preparaban juntos, le correspondió torpemente pero con intensidad, a fin de cuentas era su primer beso.

Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo se separó de golpe, la cara roja de la vergüenza y una disculpa a media voz.

- Perdona Beyan, yo…
- No tengo nada que perdonarte, llevaba demasiado tiempo esperando a que lo hicieras. – Contesto sin cortarse un pelo haciendo que el mayor se sonrojara todavía más, aunque en respuesta le sonrió y cogió de la mano entre lazando sus dedos con los de él, mientras miraba al cielo y dirigía sus pensamientos a aquel del que era eterno guardián.

“Perdona Yggdrasil, pero desde hace tiempo este pequeño me ha robado el corazón, ya no puedo negarlo por más tiempo”

Beyan apoyo la cabeza en el pecho de Liam y le dijo:

- Creo que no te llamare más hermanito.
- Lo mismo digo. – Respondió dándole otro beso. – Pero podrías contárselo tú a papá.
- No podemos esperar hasta que tengamos nuestro primer hijo. – Pidió con ojitos de cachorrito.

Liam pensó un momento sobre ello, después en lo pesado que se ponía Belial con que sólo les mirara cualquier bicho con patas, en la diferencia de edad, en que se habían criado como hermanos, es más lo eran a los ojos de todo, en lo guapo que estaba cuando ponía esa carita y tras pegarse más él, le dijo al oído.

- Siempre podemos empezar practicar ahora. – Le mordió el lóbulo de la oreja.

[Bueno abuelita, este el final, no sé si escribiré algo más, pero esto es lo que hay, espero que te haya gustado tu regalo de cumpleaños, de no cumpleaños, y de recuerdas a nuestros niños….por poner algo =P]

1 comentario:

cucha dijo...

que tiernos que son nuestrso niños ^^